domingo, 25 de agosto de 2024

Con o sin devaluación, Milei en problemas


Preparar la derrota de los ataques a los trabajadores es tarea de los luchadores y la izquierda.

 Javier Milei y su ministro de Economía aseguran que no habrá devaluación -más allá de la “tablita” de Caputo del 2% mensual-, no hay día que pase sin que hagan declaraciones ratificando esta decisión. El pasado 14 de agosto lo reafirmó frente a una parte sustancial del empresariado argentino en la reunión del Council of the Americas en el hotel Alvear; allí también reveló que levantar el cepo no está en las prioridades del gobierno, lo hizo al señalar que “es mentira que con cepo no se puede crecer”.
 Milei sostuvo que “nosotros no estamos dispuestos a devaluar para arruinar a los argentinos”, claro está luego de haber provocado una devaluación del 56% (un aumento del costo del dólar en un 120%) a los dos días de asumir, provocando un aumento de precios que derivó en una inflación del 25,5% en diciembre y un 80% en sus primeros seis meses de gobierno que terminó licuando los ingresos de los trabajadores, ya sea jubilaciones, salarios o planes sociales.
 Redujo drásticamente los “gastos” del Estado con despidos en la administración pública, quitó fondos a la salud y la educación, suspendió las transferencias a las provincias, paralizó la obra pública -con el consiguiente derrumbe del empleo en la construcción-, le negó la comida a los comedores populares donde almuerzan, meriendan o cenan cientos de miles de trabajadores de las barriadas más populosas de todo el país; eso sí, siguió pagando religiosamente al FMI, los buitres y sostuvo los privilegios de los capitalistas amigos. El que “no quiere arruinar a los argentinos” es el responsable de una verdadera masacre social que se cuantifica en casi un 60% de pobres y un 18% de indigentes, en que 1.000.000 de chicos se van a dormir sin cenar. 
 Las presiones para que devalúe provienen de sectores de la clase capitalista y de los organismos internacionales -sobre todo el FMI- ante la evidencia de que las reservas del Banco Central se consumen entre el pago de la deuda y las intervenciones en el mercado de cambios para impedir una disparada de los llamados dólares financieros. Hoy las reservas netas del Central están en rojo por 5.100 millones de dólares. 

 ¿Dónde hay un dólar? 

La falta de dólares es el talón de Aquiles de la relación entre el gobierno y los capitalistas, que aplauden el recorte del gasto, la reforma laboral, el recrudecimiento de la represión contra los trabajadores y los beneficios impositivos que vinieron de la mano de la ley Bases -el Rigi. La falta de dólares pone en cuestión la propia capacidad de pago de las deudas; el riesgo país -cerca de 1.500- grafica la dificultad para conseguir créditos y fondos para poder levantar el cepo y no provocar una devaluación. El acceso al mercado de capitales -tanto para el gobierno como los privados- es oneroso y difícil de conseguir con estos niveles de reservas. La falta de dólares, a su vez, cuestiona una reactivación de la industria que los necesita para importar insumos. Por eso la cuestión del valor del dólar ocupa la centralidad que Milei y Caputo le dan. 
 Pero para el gobierno hay una razón muy poderosa para no devaluar. El economista Ricardo Arriazu -al cual Milei escucha- declaró que “si el Gobierno devalúa se acabó el programa, se acabó Milei, se acabó todo” (Infobae, 21-8). Algo similar había señalado hace unos meses otro de los economistas escuchados por Milei, Juan Carlos de Pablo. El gobierno está seguro de que un rebrote inflacionario que agote su crédito electoral puede tener derivaciones fatales, sobre todo apoyado sobre un registro electoral sin una estructura propia que lo defienda y pendiente de la colaboración de la oposición en el Parlamento. 
 ¿Cuál es, entonces, su plan? Hay una apuesta muy fuerte al blanqueo de capitales aprobado junto a la ley Bases, para ello el gobierno ha habilitado un mecanismo que elimina cualquier traba, como puede ser el origen de los fondos. El otro obtener un “repo” de bancos asiáticos, de escasa posibilidad. 
 Recorriendo el abecedario, el gobierno apuesta a una reactivación de la economía que ya no sería en V, ni en U, ni L, sino en W es decir, con caídas pronunciadas. Lo cierto es que los datos del Indec de junio reflejan una caída sostenida de la actividad económica: 3,9% por debajo del mismo mes de 2023, y 0,3 respecto al mes anterior. En la medición interanual las caídas que se destacan son “construcción (-23,6%) e Industria manufacturera (-20,4%). Junto con comercio mayorista, minorista y reparaciones (-18,6%) le restan 6,8 puntos porcentuales a la variación interanual del indicador de la economía” (El Cronista, 21-8). En julio el consumo cayó el 16,1% respecto a igual mes de 2023, y lleva el 10% en lo que va del año, la baja más pronunciada es en ¡alimentos! La repercusión es la pérdida de casi 300.000 empleos formales en los primeros 6 meses de Milei, a lo que hay que agregar los despidos en el Estado, en todos sus niveles, y la caída del trabajo informal. En el caso de los formales el 70% de los despidos pertenece a empresas con más de 500 trabajadores. 
 La otra apuesta es una ampliación del crédito del FMI condicionada -pero no asegurada- a un triunfo de Trump en las elecciones de noviembre, hoy atrás de las encuestas que favorecen a Kamala Harris, la candidata demócrata. Un grupo de bancos de inversión le puso un número a la devaluación que llevaría el oficial a $ 1.233 antes de fin de año, lo que constituye una advertencia para el gobierno de que el “mercado” puede terminar haciendo la devaluación que él no hace, con todas sus consecuencias.

 Las complicaciones políticas 

Milei viene aprovechando las divisiones que recorren al conjunto de las fuerzas políticas tradicionales. Sobre todo la crisis que sacude al peronismo luego de las denuncias de Fabiola Yáñez contra Alberto Fernández por violencia física y psicológica y la investigación por los negociados con los seguros que también tiene al expresidente como protagonista. 
 Pero no ha podido explotarlas a fondo en el marco de dudas, temores y cuestionamientos que recibe el gobierno por parte de sectores de la clase capitalista. En la semana recibió dos golpes en el Congreso: el rechazo en Diputados al DNU por los 100.000 millones de pesos para la Side que contó con el apoyó de la oposición dialoguista -el bloque de Pichetto, la Coalición Cívica, el sector macrista del PRO y de una parte de los radicales. A eso se suma la crisis de su propio bloque, el cual está al borde de la quiebra por el escándalo por la visita a los genocidas detenidos en Ezeiza. 
 El otro golpe fue en el Senado, donde esperan para ser aprobadas la ley que modifica el aumento otorgado a los jubilados, y ahora la del rechazo a los fondos para la Side: la comisión que sigue la actividad de los servicios de inteligencia quedó en manos de Lousteau, por otro lado el pliego de Lijo para la Corte Suprema abrió una crisis que alcanza al círculo cerrado de la camarilla gobernante.
 Arriazu, el economista que defiende la política “no devaluacionista” del gobierno, sin embargo planteó condiciones para que funcione: “el Poder Ejecutivo deberá apurar, en esta fase de gestión, la puesta en marcha de reformas estructurales -entre las que mencionó una laboral, jubilatoria y tributaria-“ (Infobae, 21-8). Lo de Arriazu es coincidente con lo de Sturzenegger que sostiene la necesidad de profundizar la reforma laboral, avanzar en mayores desregulaciones, extender el “Rigi” a todas las inversiones, lo cual sería una reforma tributaria de hecho. 
 A esto se suma que el gobierno defiende a rajatablas sostener el recorte fiscal y agudizarlo para poder sostener incluso el lastre que deba tirar para bancar reclamos capitalistas.
 En síntesis, para los trabajadores lo “más duro” está por venir. El gobierno prepara un nuevo ataque a la clase trabajadora, un nuevo golpe a las deterioradas condiciones de vida de la inmensa mayoría de los que habitan este país. 

Ese es su derrotero, no otro. 

 La oposición se construye en la lucha con una orientación clasista La oposición a este objetivo viene de los trabajadores, incluso contra la política de la burocracia sindical que fomenta la inmovilidad obrera. Es lo que sucede en la docencia, mientras Ctera dejó pasar sin pena ni gloria la aprobación en Diputados de la “esencialidad” que busca impedir las huelgas y reclamos de los docentes, en Neuquén el plan de lucha va por su quinta semana con asambleas que rechazan masivamente la pretensión de la burocracia de levantar la medida; sucedió en Misiones donde con paros, piquetes, cortes de ruta, los docentes misioneros impusieron parte de sus reclamos, sucedió en Córdoba donde el plan de lucha arrancó una mejor propuesta. No ha habido provincia, prácticamente, que no haya tenido conflicto con la docencia en defensa de sus salarios. 
 Las universidades nacionales están paralizadas por los paros de los docentes y no docentes en rechazo a la miserable oferta de aumento del gobierno, a la par que se preparan nuevas movilizaciones en reclamo de mayor presupuesto, contra el cierre de carreras y los achiques. 
 Es el camino del Sutna que viene organizando la lucha contra los despidos en Bridgestone y Fate. Es la huelga general decretada por los aceiteros, contenida por una conciliación obligatoria. 
 Ese es el camino para derrotar los ataques de Milei, los gobernadores y los capitalistas. La unidad de los trabajadores bajo sus propias banderas y reclamos es fundamental, la burocracia obstaculiza esta tarea porque pretende que los trabajadores vayan como furgón de cola de alguna variante electoral del peronismo. 
 Las asambleas que el Partido Obrero viene haciendo en todo el país votan planes de actividades y acciones que toman como eje la organización de la lucha por los reclamos, la campaña contra la persecución a los luchadores y una campaña de agitación que permita poner en pie cuerpos de delegados en los lugares de trabajo, que conquiste los centros de estudiantes, que organice las barriadas acosadas por el hambre, los narcos y el hostigamiento del Estado; con todo ello imponer una deliberación común y una unidad de acción. 
 Una parada clave de nuestra campaña por la huelga general para derrotar los ataques de Milei y de los gobernadores será el 14 de setiembre con el plenario nacional de la Coordinadora Sindical Clasista, un reagrupamiento para impulsar una dirección clasista de los trabajadores al calor de esta lucha. En esta tarea colocaremos nuestros esfuerzos. 

 Eduardo Salas

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