viernes, 14 de agosto de 2020

El Sputnik V

Cuando Putin anunció que Rusia se dispone a fabricar la vacuna contra el Covid19, la reacción occidental fue de escepticismo por falta de pruebas y datos confiables. A pesar de esto, Alberto Fernández felicitó al presidente ruso.

Pandemia y guerra comercial

Durante la pandemia, China cerró la exportación de barbijos N95, mientras concentraba el 90% de su producción mundial. En Estados Unidos, los insumos médicos han sido rematados al mejor postor entre los gobiernos estaduales. La vacuna también fue el escenario de grandes disputas de las multinacionales, como sucedió con la francesa Sanofi. Actualmente, Trump impulsa el plan “Warp Speed”, por el que ha entregado billones de dólares a las farmacéuticas, mientras que el gobierno chino anunció la vacuna de CanSino, sin completar las fases de prueba.
La vacuna “Sputnik V” (Gam-Covid-Vac Lyo) fue desarrollada por el instituto estatal ruso de epidemiología y microbiología Gamaleya. El instituto es financiado por el fondo “soberano” RIDF (Fondo Ruso de Inversión Directa). El Centro estuvo a punto de ser desmantelado varias veces tras la caída de la URSS.
El Centro recibió solicitudes de más de 20 países para adquirir 1.000 millones de dosis de la Sputnik V. Las autoridades rusas esperan fabricar 500 millones de dosis anuales y están considerando llevar adelante la producción en masa de la vacuna en países de América latina. “La vacunación de los médicos podría comenzar antes de que finalice este mes” (Página12, 12/8).
El escepticismo hacia esta vacuna es impulsado por sus competidores, Moderna (EEUU) y AstraZeneca (británico-sueca). Criticada por falta de ensayos de prueba y escasez de información, la OMS dijo que Moscú debe adecuarse a los modelos internacionales de producción de medicamentos. Desde Moscú replican que este escepticismo rodeó a la vacuna rusa de la poliomielitis, que salvó millones de vidas. “Todo apunta a que se va derecho a una confrontación de probetas entre Rusia y Occidente” (ídem).

Restauración capitalista

El Centro Gamaleya, “a comienzo de los ’80 ha encabezado el esfuerzo por desarrollar una plataforma tecnológica que utiliza los adenovirus, que se encuentran en las adenoides humanas (…) Se extrae el gen del adenovirus, que causa la infección, y se inserta un gen con el código de una proteína de otro virus (…) ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos” (ibidem).
Este método de “vectores basados en adenovirus” es diferente a las vacunas de EEUU y otros países que se basan en la modificación del código proteico de una molécula de ARN. “Ninguna vacuna de ARNm ha recibido todavía aprobación regulatoria en el mundo”, comenta K. Dmitriev, CEO del Fondo de Inversión que financió la vacuna rusa.
“El uso de dos vectores es una tecnología única, desarrollada por los científicos del Centro Gamaleya”; esto requiere de un largo proceso de planificación e investigación, que no se adecúa a los parámetros de la economía de mercado, pero permite “prever” futuras mutaciones de los virus. “Desde que empezó la pandemia de COVID-19, todo lo que los investigadores rusos tuvieron que hacer fue extraer un gen codificador de la espiga del nuevo coronavirus e implantarlo en un vector familiar de adenovirus para entregarlo en una célula humana. Decidieron utilizar esta tecnología ya probada y disponible en lugar de ir a un territorio inexplorado” (P/12, 12/8).
El desarrollo de una vacuna implica una inversión de recursos por anticipado, algo que la industria farmacéutica no realiza, porque eso implicaría una reducción de sus beneficios inmediatos, que son los que buscan sus accionistas. Esa acumulación de conocimiento y formación de “capital humano” está basado en el modelo de plan de la ciencia y tecnología.

Sputnik, Laika y la “coexistencia pacífica”

El nombre de la vacuna alude al primer satélite puesto en órbita, de fabricación soviética. La comercialización de la vacuna rusa va a establecerse bajo un acuerdo de consorcios privados (Binnofarm), que espera comercializar 5 millones de dosis al mes para diciembre o enero.

Emiliano Monge
13/08/2020

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