domingo, 25 de mayo de 2025

Ocupación de Gaza desata una crisis colosal


Los asesinados que aumentan a una velocidad inaudita. Bebés calcinados, niños aprisionados entre los escombros, hospitales sin electricidad ni insumos médicos, familias exterminadas, bebés que morirán en breve por falta total de alimento junto con sus madres que no pueden amamantarlos por el grado tenebroso de desnutrición al que las han llevado, el hambre omnipresente como arma de guerra. 
 La ayuda humanitaria que sigue entrando con cuentagotas al miserable ritmo de 80 camiones diarios cuando se necesitan un mínimo de 500. En los dos meses desde que desconoció el acuerdo de alto el fuego, Israel aniquiló por lo menos 3.500 personas. Aunque el ejército lo niega, es un secreto a voces que todas las restricciones para el asesinato de civiles fueron levantadas (Haaretz 23/5). 
 En tanto, los llamados a la limpieza étnica se han exacerbado entre los ministros del gabinete de Benjamin Netanhayu, que reclaman la expulsión total de los palestinos a otros países o el exterminio liso y llano. “No hay niños inocentes, son todos terroristas” dice la bestia negra de Smotrich. “Consideran que levantar el bloqueo, aunque sea de forma mínima y simbólica, es un acto de traición”, afirma Haaretz. Por ello, en su primera conferencia de prensa en 5 meses, Netanyahu prometió que, al final de la actual campaña militar monstruosa, «todas las zonas de la Franja de Gaza estarán bajo control israelí».
 Desde hace 15 días, el reforzamiento de los ataques en Gaza y el inicio de la ocupación de la Franja, echó a cientos de miles a la calle en todas las ciudades importantes de Europa. En La Haya hubo la movilización más nutrida en un siglo. En Estados Unidos, a las movilizaciones se suman las huelgas de hambre de estudiantes en una docena de universidades. En el mundo árabe, los movilizados maldicen la pasividad de los millonarios jeques petroleros. Yemen es el único país que ataca militarmente a los sionistas.
 Las atrocidades sin límite contra niños y bebés obligaron a los gobiernos que se destacan por ser los mayores proveedores de armas y de apoyo políticos a Israel –Francia, UK y Canadá– a amenazar con “medidas concretas” si no se detienen las masacres, de las cuales excluyen el apoyo militar. La intención de la advertencia es, por supuesto, tomar una distancia verbal de Donald Trump, en el marco de los choques comerciales y las políticas divergentes en cuanto a Ucrania. 
 Donald Trump ha reanudado los negocios con los jeques y emires petroleros, con la intención de alejarlos de Irán, con el cual han restablecido relaciones diplomáticas. Este sábado, Trump levantó todas las sanciones a Siria, donde impuso a un gobierno reclutado de Al Qaeda. En Israel la medida se calificó como “pesadilla”. Trump ha retomado un lenguaje que usó en primer lugar en Ucrania –“basta de muertes”– para negociar con Putin. Descubrió que “mucha gente se muere de hambre” en Gaza. Hasta el Wall Street Journal, incondicional del genocidio, publicó esta semana en tapa una foto de niños y mujeres desesperadas, de pie con ollas vacías en una fila para recibir comida, con casas destruidas al fondo. Toda esta gente cuestiona el bloqueo de la “ayuda humanitaria” por parte de Netanyahu, pero no el plan de ocupación de la Franja por parte de las fuerzas armadas de Israel, ni tampoco los bombardeos cotidianos. Mucho menos la ocupación militar de Cisjordania y la expulsión masiva de palestinos de este territorio. Los gobiernos imperialistas han sacado de las gavetas el lenguaje “humanitario” para disfrazar un apoyo que, más allá de Netanyahu, va dirigido a las “Fuerzas de Defensa de Israel”.
 En Israel, la prensa opositora (Haaretz) se interroga impotente acerca de cuándo la población israelí dejará de ignorar lo que ocurre en Gaza, y se desespera de la escasa atención que se presta a los llamados de Yahir Golan, exjefe del estado mayor del Ejército, para cesar la guerra contra la Franja. El impasse de los liberales es tal que depositan sus expectativas en que Trump le suelte la mano a Netanyahu, a sabiendas de que sería una desautorización al alto mando militar. Después de la gira de Trump que salteó olímpicamente a Tel Aviv y concluyó con enormes negocios y venta de armas con los árabes, muchos se preguntan si Israel también está siendo excluido de la nueva arquitectura geopolítica emergente en Oriente Medio, sin reparar que esa “arquitectura’ ha eliminado del escenario a los adversarios del estado sionista (Haaretz 23/5).
 Si hoy se convocara a elecciones, la coalición gobernante obtendría solo 50 de las 120 bancas en el Parlamento, no estaría en condiciones de formar gobierno, supone Channel 13 News 20/5. El sondeo no señala la alternativa que propugnan los encuestados; no menciona a los numerosos opositores que respaldan la necesidad de ‘eliminar’ a Hamas y respaldar al alto mando. Según Haaretz, por otro lado, Hamas aun conservaría la mayor parte de su milicia y de su aparato militar.
 La oposición popular al gobierno existe y se manifiesta, incluso con la osada consigna –para las circunstancias– de acabar con el “genocidio’. El malestar se expresa también en que casi 60.000 israelíes abandonaron el país el año pasado y no regresaron, más del doble que en 2023. El 81 % eran jóvenes y familias, a menudo de entre 25 y 44 años, según la oficina de estadística. Y la empresa Ci Marketing descubrió que alrededor del 40 % de los israelíes que aún permanecen en el país están pensando en marcharse. Pero el éxodo no es lo mismo que una oposición –es un síntoma de la desintegración del estado-. Unos pocos soldados de la reserva se han rehusado a combatir y hasta se han producido suicidios. A la protesta contra la hambruna en Gaza acudieron centenares de manifestantes, decenas de ellos portando fotos de niños asesinados en ataques del Ejército. El viernes se acercaron a la frontera con Gaza en distintos puntos, incluida la ciudad de Sderot, con fotos de los niños asesinados, haciendo caso omiso a la prohibición del gobierno de marchar con esas fotos. Pero el problema que enfrenta el sionismo liberal es que la solución de los “dos estados” está agotada, y la puesta de Gaza bajo dominio de una fuerza militar internacional sería intolerable para el establishment militar de Israel. Después de los golpes asestados a Hizbollah; el derrocamiento del sirio Al Assad y el alejamiento de la región impuesto a Iran y Rusia; la progresiva ocupación militar de Cisjordania y la ocupación de buena parte de Siria y del sur del Libano por el ejército sionista; después de esto, el estado sionista no puede dejar un vacío militar y geopolítico en Gaza. La ocupación militar de la Franja sería, sin embargo, económica (y por lo tanto políticamente) insostenible, porque obligaría a un estado de movilización permanente de la reserva militar. Netanyahu quiere acallar por las armas un impasse histórico del conjunto del Estado. 
 En una entrevista con la BBC, el exprimer ministro Ehud Olmert, del Likud, volvió a repetir que “lo que Israel está haciendo hoy en Gaza se acerca mucho a un crimen de guerra. Hay miles de inocentes que están siendo asesinados, además de muchos soldados israelíes”. Nadie podría acusar a Olmert de pacifista: durante su mandato encabezó la Segunda Guerra del Líbano y en 2009 la criminal Operación Plomo Fundido, que en 22 días asesinó 1.400 palestinos. Simplemente, advierte un impasse, pero no sus raíces históricas: la instalación de un estado puente del imperialismo en un medio histórico ajeno, oprimido y hostil. 
 El ya mencionado Yair Golan, dirigente del partido centroizquierdista Demócratas, exgeneral de alto rango, coincide con Olmert. “Si el país no recupera la cordura (sic), va camino a convertirse en un Estado paria entre las naciones, la Sudáfrica de antaño (…) Un país sensato no hace la guerra contra civiles, no mata bebés como hobbie ni se pone como objetivo la erradicación de todo un pueblo”, agregó. Lamentablemente, Israel ha perdido la “cordura” desde la cuna, cuando nació por medio de una guerra contra civiles y se transformó rápidamente en un régimen apartheid. El jueves pasado, sin ir más lejos, los partidarios de Smotrich y Gvir quemaron viviendas, autos y cultivos de una aldea como en las vísperas de la Nakba en 1948, sin que el ejército interviniera.
 Nadav Eyal, un destacado comentarista israelí, dijo en el diario Yedioth Ahronoth: “Es triste y doloroso que este gobierno nos haya dejado acorralados de este modo”. En efecto, el régimen político y el estado se encuentran ‘acorralados’, pero no solamente por responsabilidad del gobierno actual. Netanyahu se ha reciclado en el gobierno durante tres décadas, y la puesta en marcha de una guerra de exterminio no resulta de una improvisación sino de una planificación sistemática del Estado Mayor. 
 “A medida que aumentan las muertes en Gaza y los soldados se agotan, el movimiento contra la guerra en Israel es cuestión de tiempo. Ya no es posible ignorar lo que está generando una movilización tan prolongada de reservistas: familias que se rompen, negocios que quiebran y un aumento de los suicidios (que el ejército no informa)”. El pronóstico corresponde a un editorialista de Haaretz (23/5), quien señala el malestar entre soldados y reservistas en la fuerza aérea, precisamente la que ha venido matando en masa desde el 7 de octubre de 2023. 
 Otro exprimer ministro, Ehud Barak, también declaró que “la ocupación permanente de la Franja, el traslado de 2 millones de palestinos y el reasentamiento de israelíes en esos territorios son visiones infundadas y delirantes que solo acelerarían el enfrentamiento con el resto del mundo”. Curiosa conclusión, cuando es el imperialismo el que ha llevado a la región a esta situación. Barak, en su momento, tuvo que retirar las tropas israelíes en la guerra del Líbano, en los años 80 del siglo pasado, bajo la presión de la propia tropa. “Necesitamos urgentemente librarnos del peor gobierno de nuestra historia, finaliza. Cuanto antes, mejor”. Lamentablemente para el ministro, no se trata del problema de ‘un gobierno’, sino de un régimen completo y de una historia irreversible. 
 Los medios israelíes coinciden en que las tropas de combate y en los cuarteles generales de las brigadas están agotadas, sean reservistas o no. Los choques internos se multiplican: a mediados de mayo la cadena pública Kan informó que varios soldados de dos batallones de una brigada de infantería fueron juzgados por pedir no ser enviados a Gaza. Se ignora el número de objetores presos por ese motivo pero organizaciones como Rompamos el Silencio o Refusnik los cifran en varios cientos. 
 Un reservista de las Fuerzas de Defensa de Israel que prestó servicio durante 270 días pero que recientemente se negó a continuar con su servicio de reserva, fue condenado el domingo a 20 días de cárcel, la pena más larga impuesta hasta ahora a un objetor de conciencia en la guerra. El capitán (reserva) Ron Finer, comandante de pelotón del batallón 8207 de la brigada 228 «Alon», fue acompañado desde Haifa hasta la cárcel por decenas de sus compañeros. 
 «Estoy conmocionado por la guerra interminable en Gaza, el abandono de los rehenes y la muerte implacable de inocentes», declaró Finer, de 26 años. “No puedo seguir sirviendo mientras no haya cambios. La prisión no me silenciará ni me intimidará, ni a mí ni a mis compañeros». En todas las encuestas difundidas, por lo menos el 70 % de la población apoya el fin de la guerra de Gaza si está atada a la liberación de todos los rehenes. 
 El dos veces centenario The Economist sumó su voz de alarma: Netanyahu, dice, se enfrenta a un momento decisivo que puede alterar la relación de Israel con los palestinos y con Estados Unidos, su aliado más cercano. Si el carnicero de Tel Aviv vuelve a invadir Gaza –“algo que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) están dispuestas a hacer”- dañaría “aún más” las relaciones con Estados Unidos y los Estados del Golfo. La otra vía “implicaría una tregua que podría derrocar al gobierno de Netanyahu, pero repararía la influencia de Israel en la Casa Blanca en un momento en que Trump está reinventando la política estadounidense hacia el Golfo, Siria e Irán”. Una lectura detenida de todo esto revela más confusiones que palabras. Trump acaba de anunciar que seguirá a Israel en la construcción de una “Cúpula de Hierro” para Estados Unidos, como parte de la preparación de la guerra contra China. 
 The Economist cree que la primera opción “es peligrosamente alta” y que “la devastación total de Gaza y el aislamiento (sic) de Israel parecen cada vez más probables”. El ‘aislamiento’ no es la primera preocupación, por cierto, del conjunto del régimen político de Israel. 

 Olga Cristóbal 
 25/05/2025

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