Al amparo de una gran motosierra dorada, el presidente Javier Milei y su ministro de Salud, Mario “Prepagas” Lugones, recibieron la visita del secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, el activista “anti-vacunas” Robert F. Kennedy Jr. Ambos gobiernos confirmaron su retiro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que denunciaron por estar “controlada por China”, y auto-celebraron los ajustes devastadores que EEUU y la Argentina están ejecutando contra sus sistemas de salud pública. Mientras esto ocurría en la Casa Rosada, una asamblea de residentes en el Hospital Garrahan votaba iniciar una huelga indefinida al obtener, como toda respuesta a su reclamo por los salarios miserables de 800 mil pesos, una amenaza oficial de judicializar la protesta.
La salida de la OMS, entre el ajuste y la guerra comercial
Bajo la mirada atenta de Kennedy Jr., el Ministerio de Salud argentino se ufanó en denunciar “el condicionamiento de la soberanía sanitaria” por parte de la OMS. El secretario de los EEUU confirmó en el acto a nuestro país como su “principal socio regional” y propuso lanzar un organismo internacional alternativo “libre de controles políticos”. Según el trumpista “anti-vacunas”, las decisiones de la OMS “no están basadas en ciencia, sino en intereses políticos y estructuras burocráticas” y, en especial, “en la presión política de China”. Recordemos que, bajo la primera presidencia de Trump, Estados Unidos rechazó en plena pandemia todas las sugerencias para limitar el contagio de Covid, lo que le valió un récord mundial de muertes y afectados con serias secuelas.
El anuncio del retiro conjunto de la OMS vino acompañado de la promesa de revisar el otorgamiento de autorizaciones rápidas (“fast-track”) para medicamentos de alto costo, en especial aquellos destinados a niños y enfermedades raras, así como de mayores controles para la autorización de vacunas. El cuestionamiento de las vacunas, en pleno brote de sarampión en EEUU, había provocado la renuncia del máximo responsable de la FDA. Detrás de estas precauciones, no solo se encuentran los recortes liberticidas a la entrega de medicación oncológica y el desmantelamiento de los organismos encargados de la prevención y la vigilancia epidemiológica; afloran, también, grandes intereses de la industria farmacéutica en el marco de la guerra comercial en curso. “Son cuestiones confidenciales”, explicó Infobae (27/5), para quien la Casa Blanca auspiciaría una reforma del marco legal de las patentes farmacéuticas argentinas para enfrentar a las cadenas de suministros en manos de China o la India.
La agenda privatizadora y la respuesta de los trabajadores de la salud
Milei y sus funcionarios aprovecharon la visita de Mr. Kennedy para volver a poner bajo la lupa a los entes sanitarios nacionales. Rodeado por los empresarios yanquis de la AmCham, “Prepagas” Lugones había prometido la provincialización y/o el gerenciamiento de todos los hospitales nacionales con la única excepción del Garrahan, cuya destrucción quedaría a cargo del propio gobierno nacional. Argumentos como el “ordenamiento” y la “transparencia” ya fueron utilizados para ejecutar despidos masivos en hospitales como el Bonaparte, el Posadas y el Sommer y desmantelar áreas clave del Ministerio de Salud como el Instituto Nacional del Cáncer, las coordinaciones de Tuberculosis y Hepatitis, la dirección de VIH y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), la Dirección Nacional de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (Dadse), la dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles y el programa de prevención del embarazo adolescente. En EEUU, Donald Trump, Elon Musk y Kennedy Jr. hacen lo propio con el sistema científico y los programas Medicare y Medicate.
La llamada “descentralización” del sistema de salud solo incrementa las desigualdades sociales y es un paso hacia la privatización, haciendo depender a los hospitales desvencijados de la recaudación de fondos propios, al margen del presupuesto público. La Alianza Argentina de Pacientes repudió el retiro de la OMS, denunciando que esta decisión deja “sin respaldo internacional a millones de pacientes con patologías poco frecuentes y crónicas”. La caída de las tasas de vacunación está provocando el resurgimiento de enfermedades que se consideraban erradicadas, como el sarampión. Los salarios de miseria empujan a los profesionales a la renuncia: el propio gobierno se vio obligado a admitir más de 180 renuncias en el Garrahan. En este contexto, la demanda de las autoridades del hospital de una intervención judicial para frenar la protesta de los residentes, fue respondida por una asamblea general que votó un paro total para el jueves 29, acompañado por una gran movilización al Ministerio de Salud.
La asamblea de residentes del Garrahan informó que, de no obtener respuestas, iniciará un paro por tiempo indeterminado. La determinación de los residentes y su poderosa movilización autoconvocada ya está provocando focos de contagio en los hospitales y centros de salud de todo el país.
Daniela Magoc y Julián Asiner
28/05/2025
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