lunes, 14 de enero de 2008

Razones para un voto unido en Cuba



Por Eugenio Suárez Pérez

La unidad del pueblo cubano en este momento histórico significa fortaleza. El voto unido no es una consigna, ni implica acudir a las urnas y depositarlo por disciplina, por entusiasmo o espíritu revolucionario. Se trata de algo más medular, más sagrado: la Revolución, la Patria. Conscientemente, cada cubano debe pensar y reflexionar en las razones del voto unido.

Esta indivisibilidad en el sufragio asegura poner en igualdad de condiciones tanto al candidato conocido nacionalmente con el de la base que solo conocen en el municipio o la circunscripción. Esto puede ser posible en Cuba porque los nominados han sido escogidos con honradez, con escrúpulos, con cuidado, en virtud de principios y no de influencias.

La calidad de la candidatura presentada es otra de las razones que justifican la unión del pueblo cubano el próximo 20 de enero. Como los nominados, hay cientos de miles y miles de personas en nuestro pueblo que tienen condiciones para estar en el Parlamento. Sin embargo, —atendiendo al número de habitantes del país—, solamente están 614, cinco más que la cantidad de diputados actuales.
En la candidatura están representados todos los sectores del pueblo. Veamos: de los 614 nominados, 285, que representan el 46.42 % son delegados de las Asambleas Municipales, que es decir de las circunscripciones, del barrio; 224, el 36.78 % son actualmente diputados, lo que significa que por ellos el pueblo votó en el 2003, y ahora se ratifican; previéndose una renovación de 385 diputados, el 63.22 % de la actual legislatura, más los cinco nuevos candidatos a diputados.

Una representación muy especial es la de las mujeres. Están nominadas 265, que personifican el 43.16 %.

Para evaluar este dato es necesario conocer que a principios del pasado año, en un informe de la Unión Interparlamentaria (UPI), en la sede de la ONU, se destacó que la representación femenina en los parlamentos en el mundo alcanzó casi un 17 por ciento en el 2006, y según Anders Jonson, secretario general de la UPI, si se continúa con ese ritmo será necesario esperar al 2077 para celebrar que hemos llegado a una equidad de género (50 por ciento de hombres y de mujeres) en estos órganos legislativos. Además, se dio a conocer como el caso más espectacular el de Costa Rica, que entonces contaba con un 38,6 por ciento de mujeres en escaños parlamentarios. Los países latinoamericanos de mayor por ciento sin contar a Cuba son Perú 29.2 %, Ecuador 25 % y República Dominicana con un 19,7.

Ni el promedio general mundial, ni el de Costa Rica con el por ciento más alto en la región, se acercan a los 43.16 % cubano.

Es hermoso apreciar que el 60.91 %, es decir ¡374! tienen hasta 50 años, los mismos que cumplirá la Revolución cubana, y 134 (21,82 %) tenían entre 1 y 10 años, cuando el Ejercito Rebelde, junto al pueblo liberó al país de la tiranía batistiana y del neocolonialismo impuesto por los yanquis.

La escolaridad de los 614 nominados es un argumento más que nos convoca a votar por todos, pues 608 tienen la enseñanza superior y media superior, y solo 6 candidatos poseen la media básica.

En todos los candidatos el pueblo se ve representado, basta leer sus biografías para encontrar en ellos a trabajadores vinculados a la producción y los servicios, deportistas, investigadores, escritores, artistas, periodistas, dirigentes políticos, administrativos y de las organizaciones de masa y estudiantiles, miembros de las FAR y el MININT, representantes de instituciones religiosas y otros. No busque en el mundo un Parlamento con esta representatividad, no lo va a encontrar.

Sin embargo, lo más importante y trascendental del voto unido es que constituye una estrategia de la Revolución. La definición del concepto de Revolución aportada por nuestro Comandante en Jefe, no refiere solamente “cambiar lo que debe ser cambiado” es, también, entre otros postulados, “emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional”.

Pero emanciparnos y desafiar a esas fuerzas dominantes, la Revolución necesita definir sus estrategias. Es el derecho moral, justo y legal que tenemos los cubanos para defendernos. Y hoy, en este mes de enero, la estrategia revolucionaria y popular es el voto unido. La emancipación y el desafío no podrían lograrse con la división y la dispersión de las fuerzas patrióticas. Por esto apuestan nuestros enemigos, intentando hacer cumplir su postulado de divide, dispersa y vencerás.

La unidad siempre ha sido el blanco de todos los ataques de nuestros enemigos. Desde tiempos bíblicos se conoce que esa sentencia ha sido la táctica más usada por quienes oprimen, subyugan y agreden a los pueblos. ¿Qué hubiera sido de la Revolución si el pueblo cubano se hubiera desmembrado en varios partidos, con varios programas, objetivos y direcciones diferentes?

De José Martí heredamos esa táctica cuando nos dejó esta reflexión:

“A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispensarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra patria libre. Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque. El que arremete unido, (…) ha de encontrar unido al que le quiera resistir. Es la hora de allegar todos los recursos, de poner todos los recursos en común”[1].

Fidel siempre lo alertó:

Las divisiones nos han derrotado más de una vez en la historia, excepto en la etapa final de nuestra Revolución. Luego, la historia nos enseñó otra lección: la necesidad de estar unidos por encima de todo; y fue la estrecha unidad de las fuerzas revolucionarias y de nuestro pueblo lo que le dio, a partir del Moncada y, sobre todo, a partir del Primero de Enero de 1959, la fuerza invencible que caracterizó a nuestra Revolución.[2]

Es decir, los dos elementos que contribuyeron a unir a todo el pueblo fueron, entonces, el programa del Moncada expuesto por Fidel en el histórico documento La historia me absolverá y el derrocamiento de la tiranía batistiana.

Cuando un pueblo pequeño como el cubano tiene adversarios poderosos, no hay otra alternativa que mantenerse unido. Esa ha sido una de las mayores experiencias. Los revolucionarios cubanos, desde las tempranas edades, conocen que este pueblo nunca podrá dividirse, y ante una acción del enemigo, la reacción del pueblo es estrechar filas. Ha sido así en los casi 50 años de Revolución triunfante. Decir cubano y decir pueblo es decir unidad. Un pueblo que no abandona jamás a ninguno de sus hijos, se aprieta, y tomados de la mano se convierte en un escudo de combate.

La fuerza y el respaldo de la Revolución están en la unión del pueblo. Y no ha cabido otra división, “que no sea —como dijo Fidel en octubre de 1959—, entre los que están con la Revolución y lo que están contra ella”.[3]

La historia nos ha seguido dando lecciones, y bien lo sabemos todos, si el pueblo no estuviera unido, qué hubiera pasado en Girón o en la Crisis de Octubre o en todos estos años de Revolución, enfrentados y resistido al imperio más poderoso que se ha creado en la historia. Y, por el contrario, qué ha sucedido a los pueblos que se han dividido. La historia es el argumento más sabio.

Cuando escribimos estas líneas no estamos pensando en la actitud que van a adoptar los que están contra la Revolución, los que sueñan con convertir a Cuba en una colonia yanqui. Estos, ya conocemos lo que harán, pensamos en los patriotas, en los revolucionarios. Y pensamos también en aquellos que puedan estar confundidos o equivocados, que estamos obligados a esclarecerlos con los argumentos de la Revolución, de esos que están presente a la vista de todos.

El voto unido no es una solicitud en nombre de la Revolución, es una estrategia de la Revolución y de la Patria, de los revolucionarios y patriotas. Es el plan martiano para enfrentar los planes del imperio.

[1] José Martí: O. C. t. 2, p. 15.

[2] Castro Ruz, Fidel: Discurso en la constitución de las unidades de las MTT de la provincia Granma. Ediciones OR, trimestre enero-marzo 1981, p. 31.

[3] Castro Ruz, Fidel: Declaraciones sobre las elecciones en la FEU, 16 de octubre de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática. Ob. cit. p. 575.

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