viernes, 4 de enero de 2008

El 07/01/77 era asesinado Dardo Cabo



Dardo Cabo nació en Tres Arroyos el 1 de enero de 1941, era hijo de Armando Cabo, trabajador de la fábrica Istilart, Secretario General de la C.G.T regional y uno de los principales colaboradores de Eva Duarte de Perón.

A los pocos años sus padres se separaron y se radicó en Buenos Aires junto a su madre, María Campano.

A comienzos de la década del '60 fundó el Movimiento Nueva Argentina, de clara tendencia nacionalista y peronista, y años después se alineó con Descamisados donde creó el periódico de la agrupación, que llegó a ser el más influyente de la resistencia peronista.

Iniciados los años setenta pasó a formar parte de Montoneros y logró el tan esperado retorno del General Perón.

Noticias de un secuestro

Un tresarroyense dirigió, el 28 de setiembre de 1966, el primer secuestro aéreo de la historia nacional. Dardo Cabo, al frente de un grupo de 17 hombres, tomó un avión de Aerolíneas Argentina y lo desvió de su ruta regular entre Buenos Aires y Río Gallegos, rumbo a las Islas Malvinas.

En el archipiélago, en poder de Inglaterra, plantaron banderas argentinas y reclamaron simbólicamente la soberanía.

A 38 años de aquel episodio, conocido como Operativo Cóndor, El Periodista reconstruye los pasos del vecino que, diez años más tarde, fue asesinado por la dictadura militar

La noticia conmocionó a la opinión publica e incomodó al gobierno de facto presidido por Juan Carlos Onganía, quien había derrocado al Presidente Arturo Illia.

El miércoles 28 de septiembre de 1966 dieciocho jóvenes obreros y estudiantes, pasajeros del vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas que unía Buenos Aires-Río Gallegos, desviaron la aeronave hacia las Islas Malvinas con el fin de recuperar simbólicamente la soberanía y generar contradicciones en el flamante gobierno. Se consumaba así el Operativo Cóndor.

Ni bien se conoció el episodio, los diarios nacionales informaron que entre los tripulantes se encontraba -el dirigente de la Juventud Peronista, Eduardo Cabo. No era Eduardo, sino el tresarroyense Dardo Manuel Cabo, quien efectivamente comandaba el operativo.
Sus integrantes, autodenominados cóndores, tenían entre 18 y 32 años y militaban en diferentes agrupaciones nacionalistas y peronistas.

También había sido invitado el periodista del diario Crónica y director de la Revista Así, Héctor García y entre los pasajeros se encontraba el Contralmirante José María Guzmán, gobernador del, por ese entonces, Territorio Nacional de Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur, quien por fin se encontraba en parte del suelo argentino que supuestamente gobernaba y nunca había imaginado pisar.
-Les informamos que nos quedamos a vivir en tierra Argentina e invitamos al gobernador a plegarse bajo nuestra bandera, fueron las palabras que Cabo escribió en la proclama que entregaron al gobernador inglés.

Puerto Rivero

Dardo Cabo estudio como alumno pupilo en el Colegio San José de Calasanz, ubicado en pleno barrio de Once. Antes de abandonar la niñez ya conocía muy bien lo que era la persecución política y frecuentemente desensillaba, aconsejado por Armando, y viajaba a Tres Arroyos para disfrutar de la protección de sus tíos y la tranquilidad del pueblo natal.

A las 8:42 del miércoles 28 de septiembre, el avión DC4, con bandera Argentina, aterrizó en una despareja pista para carreras hípicas, ubicada detrás de la casa del gobernador. Inmediatamente los habitantes de las islas se acercaron a observar aquel extraño suceso, mientras que dos vehículos se ubicaron en los extremos del avión para impedir que retome vuelo.

Ante la mirada de todos, los cóndores bajaron armados y colocaron, en diferentes lugares de la pista, siete banderas argentinas que flamearon por más de 24 horas en Puerto Stanley.

Rebautizaron el lugar como Puerto Rivero, en homenaje al gaucho entrerriano que gobernó las Islas Malvinas durante varios meses entre 1833 y 1834 luego de rebelarse, boleadoras y facón en mano, junto a ocho compañeros, contra los invasores ingleses que los mantenían trabajando en condiciones infrahumanas.
La aventura de los jóvenes incomodaba al gobierno de la Revolución Argentina que se definía como nacionalista y sin embargo estrechaba sus vínculos con Inglaterra y Estados Unidos.

Se cumplían tres meses de la asunción al poder de Onganía y el canciller Costa Méndez reclamaba formalmente por las Islas en la reunión anual de las Naciones Unidas. También en ese momento se encontraba en el país el príncipe Felipe, esposo de la reina de Inglaterra, en una visita no oficial, como presidente de la Federación Ecuestre Internacional, con motivo del Campeonato Mundial de Hipismo que se iba a realizar en Argentina

Ante la aprobación popular por el Operativo Cóndor, el gobierno emitió el 29 de septiembre un comunicado donde destacaba que -la recuperación de las Islas Malvinas no puede ser una excusa para facciosos. Igualmente las adhesiones no tardaron en aparecer. Las ciudades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba, entre otras, fueron escenarios de numerosas manifestaciones populares donde se festejaba la osadía de los jóvenes.

Regreso con pena

Cabo inició su militancia política a muy temprana edad, padeciendo la cárcel durante la Revolución Libertadora en 1955 que depuso al General Juan Domingo Perón y fue nuevamente detenido durante el gobierno de Arturo Frondizi.
Casi 48 horas después del aterrizaje en las islas, los integrantes del plan Cóndor depusieron su actitud, entregaron sus armas y fueron alojados en la Iglesia de Puerto Rivero, bajo la protección del sacerdote del lugar, Rodolfo Roel ,quién incluso les dio una misa en castellano en el avión.

El barco de la Armada Argentina, Bahía Buen Suceso, fue el encargado de hacerlos volver al continente donde no los esperaban las condecoraciones sino las frías cárceles patagónicas.

El Juez Federal de Tierra del Fuego, Miguel Angel Lima, procesó a los integrantes del Operativo en atención a los delitos de privación de la libertad personal calificada y tenencia de armas de guerra, por los que finalmente fueron condenados a distintas penas el 26 de Junio de 1967.

Esta sentencia fue confirmada por la Cámara Federal de Bahía Blanca, el 13 de octubre de ese mismo año. Sobre el tresarroyense recayó la pena más extensa, no sólo por ser el jefe de la operación, sino también por contar con antecedentes policiales.

Se casó estando en la cárcel, con María Cristina Verrier, la única mujer que protagonizó el Operativo Cóndor, y tuvieron una hija a la que llamaron María, igual que la abuela paterna.
Cabo murió 10 años después de pisar Malvinas, el 7 de enero de 1977, cuando acababa de cumplir 36 años y padecía su cuarto período en prisión. Fue fusilado cobardemente por la dictadura militar en un traslado desde la penitenciaría Nº 9 de la ciudad de La Plata. Oficialmente se informó que había resultado abatido en un intento de fuga.

Cuando en 1982 el gobierno militar tomó la decisión de recuperar las Islas, dispuso por decreto que Puerto Stanley pasara a llamarse Puerto Argentino, a pesar de que en la sociedad estaba instalada la denominación de Puerto Rivero.

Paradojas de la historia, dieciséis años después de la gesta de Dardo Cabo y sus compañeros, Costa Méndez ocupaba el mismo cargo de canciller. Tanto el gaucho entrerriano, abatido durante los heroicos combates de Vuelta de Obligado, como el cóndor tresarroyense, asesinado por la última dictadura militar, intentaron ser eliminados de la memoria de los argentinos.

Sin embargo, hoy forman parte de la lista de hombres imprescindibles, siguiendo la clasificación de Bertold Brecht, que lucharon toda su vida.

(Basado en la publicación El Periodista de Tres Arroyos, Tres Arroyos, Pcia. de Buenos Aires, República Argentina)


Cuando se cruzaron los destinos del Bebe y Lito

Por Roberto Bardini

El 17 de junio de 1955, Argentina vive una dramática situación. El día antes, un grupo de militares subversivos ha bombardeado la Plaza de Mayo. Aviadores de la marina de guerra, secundados por civiles "demócratas", arrojan nueve toneladas y media de bombas contra civiles desarmados. Hay 350 muertos y 2 mil heridos. Setenta y nueve personas quedan lisiadas en forma permanente.

En los días que siguen, en medio de esta crisis criminal, los diarios apenas registran en sus páginas interiores la muerte de la señora María Campano, ex esposa de un sindicalista metalúrgico peronista. La mujer vivía en el departamento "E" de Virrey del Pino Nº 1502, de Belgrano, con su hijo Lito, un muchacho muy delgado de 14 años.

El mediodía del 16 de junio, mientras los aviones navales bombardean la Casa Rosada y la Plaza de Mayo, ella abandona apresuradamente su trabajo en el ministerio de Economía para ir a buscar a la escuela a Lito. Hasta el año anterior, el chico había asistido al San José, un colegio religioso que ocupa una manzana en el barrio de Once, al que se entra por Azcuénaga 156. A causa del enfrentamiento de la Iglesia con el presidente Juan Perón, sus padres coincidieron -a pesar de estar separados- en cambiarlo a una escuela pública.

María Campano nunca llega a esa escuela. Mientras cruza la Plaza de Mayo, en medio de las explosiones, el humo y la gente que corre desesperaba, sufre un ataque cerebrovascular. La llevan a un hospital pero nunca recupera el conocimiento y fallece tres días después.

El chico flaco no puede saber en ese momento que al mediodía de ese 16 de junio en que perdió a su madre, un hombre gordo vestido con un traje arrugado se había parapetado detrás de un árbol de la Plaza de Mayo y disparaba con una pistola calibre 45 contra tropas de infantería de Marina que intentaban llegar a la casa de gobierno para asesinar a Perón.

El hombre gordo es amigo del sindicalista metalúrgico, ex marido de María Campano y padre de Lito. Además de ser partidarios de Perón, ambos concurrían al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y se apreciaban. Según declaraciones posteriores de testigos, ese 16 de junio el hombre gordo vació tres cargadores contra los golpistas.

Nacido en La Plata en noviembre de 1919, el hombre gordo es hijo de un abogado radical que se ha desempeñado como ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen. En 1938, ingresa a la Facultad de Derecho de La Plata. Poco más tarde, se afilia a la Unión Cívica Radical. En esa época es un lector incansable. También es trasnochador, bohemio, jugador de póker, bebedor de whisky y, a pesar de su obesidad, un gran bailarín de tango. Luego del 17 de octubre de 1945 se suma al peronismo.

El hombre gordo de eterno traje arrugado se llama John William Cooke y le dicen El Bebe.

A fines de 1955, cuando el general Perón ya ha sido derrocado, un ex reportero gráfico llamado Héctor Ricardo García lanza la revista Así, con la idea de dar "un contenido espectacular a la noticia". El fotógrafo alquila una oficina en un sórdido edificio de Hipólito Yrigoyen Nº 788, "un lugar viejo y mal iluminado, en el que era preferible caminar por una destartalada escalera antes que desplazarse por el asmático ascensor". En uno de los locales se encuentra la revista Racing. Más de una vez García se cruza con el secretario de redacción de la publicación deportiva. Es un tipo de aspecto desagradable y mirada huidiza, llamado Bernardo Neustadt.

Uno de los primeros números de Así incluye una entrevista a Perón, en ese entonces exiliado en Paraguay. La publicación se agota y hay que reimprimir una nueva tirada. La revista llega a tener tres ediciones semanales, un caso único en el periodismo de habla castellana. Después, el ex fotógrafo funda el diario Crónica y, a pesar de que sólo se vende en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, logra ubicarlo entre los de mayor circulación de Argentina.

El inquieto Héctor Ricardo García no sabe entonces que su apellido, junto con Así y Crónica, quedarán vinculados 11 años más tarde a una espectacular noticia sobre un avión, las Islas Malvinas y el hijo del sindicalista metalúrgico, el chico delgado y solitario que en ese momento tiene 14 años.

El 28 de septiembre de 1966, un avión DC-4 de Aerolíneas Argentinas es desviado en pleno vuelo rumbo a las Malvinas por un comando de 18 jóvenes peronistas. García viaja en la aeronave como pasajero. El jefe del grupo es Lito y a partir de ese momento ingresará -y pasará- a la historia con su nombre y apellido: Dardo Cabo.

Vueltas de la historia: a Dardo lo asesinarán en enero de 1977 los "herederos" de los militares que dos décadas antes habían bombardeado la Plaza de Mayo. Hoy, todos ellos son recordados como auténticos cobardes y criminales de guerra. El flaco, en cambio, queda como ejemplo de militante y mártir

Fuente: Bambú Press

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