viernes, 21 de septiembre de 2018

La Argentina de Macri y los gobernadores: desempleo récord, trabajo precario y suspensiones



Indec: 7 millones de trabajadores buscan empleo. Casi 300 mil desocupados más y miles de suspendidos

Según los datos al segundo trimestre de este año, dados a conocer ayer por el Indec, más de 7 millones de personas estaban buscando trabajo a esa fecha y, dados los cierres de empresas y despidos de estos últimos meses –tanto en el sector privado como en el Estado-, seguramente esa cifra ha seguido creciendo.
Unas 2 millones estaban desocupadas (9,6% del total de trabajadores), casi 300 mil más que un año antes, si se incluyen, en ambas cifras, tanto a la población urbana como a la rural. Es el mayor índice de desocupación computado durante el gobierno de Macri y una muestra del derrumbe del plan económico oficial.
Pero en el conurbano bonaerense el índice de desocupación es aún mayor que la media. Alcanza a 12,4% y se ha convertido en el más alto de todo el país, con casi 700.000 desocupados. Sumados a los 124.000 de la Ciudad de Buenos Aires, el centro económico y político del país, con 824.000 desempleados, concentra el 45% de los computados en todos los centros urbanos del país.
Los subocupados -es decir aquellos que tienen un empleo de pocas horas y quieren trabajar más- sumaban a junio más de 2,1 millones de personas (11,2% del total de trabajadores). Es decir que más de 4,1 millones de hombres y mujeres se encontraban a junio sin un trabajo a tiempo completo, ni siquiera precario o en negro.
El relevamiento oficial destaca también que más de 3 millones de personas que tienen trabajo (otro 15% del total) buscan uno nuevo porque están insatisfechos con el que tienen. En un cuadro de desocupación creciente y con despidos que recorren todas las actividades, esta demanda se entiende por el deterioro salarial y la precarización que se extiende por todo el mercado laboral y que suponen ingresos que no alcanzan para cubrir los gastos de las familias e impulsan a la búsqueda de un empleo mejor remunerado.
La demanda de trabajo suma hoy a más de 7 millones de personas, es decir a más de la tercera parte de la fuerza laboral del país.
Este deterioro, que incluye también a la tercera parte de los trabajadores que están revistando en negro desde hace años -sin obra social, indemnización ni jubilación- pasó sin grandes cambios por la más de una década de gobiernos kirchneristas.
Según el Indec, la mayor desocupación actual se debería a que un segmento importante de trabajadores se sumó a la búsqueda de un empleo y eso hizo crecer el índice. Sin embargo, el propio secretario de Empleo, Miguel Angel Ponte, reconoció que en junio, el último mes del relevamiento del Indec, “se perdieron 29.000 puestos de trabajo” (La Nación 4/9) y se consoló con el dato de que “en el año, la cifra todavía sigue dando positiva”. Quizá cuando él hablaba este último dato ya no era cierto.
No fueron casos aislados en cielo sereno. Los despidos en el Estado alcanzaron a los trabajadores del Inti, de varios ministerios, del Hospital Posadas, de Télam, Atucha III y IV, de Trenes Argentinos y del Astillero Río Santiago, entre otros. Dentro del sector industrial, Cresta Roja, la productora de electrodomésticos Newman, en la construcción, textiles (Karavell), metalúrgicas (la fabricante de motos Motomel), aguas gaseosas (Villa del Sur) y molineras entre muchas otras, a las que se suman los cierres de 12 sucursales de supermercados Walmart.
Pero, además, cuando se computa un salto importante en la demanda como el de este relevamiento y no hay un cuadro de creación sostenida de puestos de trabajo -y los que se crean son precarios-, esta búsqueda se entiende por la brusca caída de los salarios que obliga a más integrantes de una casa a buscar un empleo para completar el ingreso familiar.
Pero lo que el Indec no computa en su estudio y hace al creciente deterioro de la situación laboral, es que a la desocupación desatada se le suma una cantidad enorme de suspensiones, encabezadas por el sector automotriz, que tiene parcialmente paralizadas a la mitad de sus empresas.
En Renault 1800 obreros y en Fiat 2300, fueron suspendidos porque las terminales pararon su producción durante una semana; en la planta de Volkswagen de Córdoba (1400), no se trabajará los días lunes al menos hasta fin de año; General Motors Rosario (1400) trabajará semana por medio hasta fines de enero próximo e Iveco, el caso más grave, abrió una lista de retiros voluntarios y prácticamente no tendrá actividad en los dos últimos meses de este año.
Ante este cuadro de desastre laboral y social, la burocracia de todos los colores se limita a lanzar paros materos una vez cada varios meses para descomprimir, cuando se trata de lanzar un plan de lucha sostenido y ganar las calles hacia la huelga general, para quebrar esta ofensiva brutal a las condiciones de vida de los trabajadores.

Nelson Marinelli

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