miércoles, 26 de septiembre de 2018

Crisis en Nueva York cuando una huelga general paraliza Argentina



La renuncia de Luis Caputo, el presidente ‘de facto’ del Banco Central, en medio de una huelga general, es muy instructiva políticamente. La presentó, además, en las circunstancias menos convenientes: una corrida incesante contra el peso, con Macri en las Naciones Unidas, procurando ganar el apoyo de las grandes potencias, y el ministro de Economía ultimando una negociación con el FMI. Como atraído por el caos, Bonadío decidió, al mismo tiempo, citar a Paolo Rocca (Tenaris) y a Marcelo Mindlin (Pampa Energía) en la investigación de cohechos bajo el gobierno anterior. Todo esto demuestra que Argentina no atraviesa una crisis episódica sino una bancarrota económica que tiene por delante un largo desarrollo y consecuencias políticas que no han alcanzado aún su punto explosivo. En forma simultánea, Donald Tump pronunciaba en la ONU un discurso belicista en todos los sentidos de la palabra – ratificó la estrategia de guerra financiera contra aliados y adversarios, y advirtió que se disponía a utilizar recursos extremos contra Irán y la Franja de Gaza y a buscar una salida militar en Venezuela. La posibilidad cierta de que el pollo de Lula se convierta en presidente de Brasil, a partir de enero próximo, le quita el sueño a los que quieren cabalgar la crisis usando a Cristina Kirchner como espantajo. A quienes siguen haciendo política con los presupuestos anteriores a esta crisis, maquinando listas para octubre del año que viene, esta crisis se los llevará puestos en su debido momento. La clase obrera enfrenta un desafío estratégico – plantear una salida propia a lo que se convertirá en una crisis de poder.

“Mayor volatilidad”

El régimen político presente enfrenta un derrumbe del financiamiento interno y externo de la economía – el ‘defol’. Por un lado, el Banco Central, el recurso financiero último del Estado, tiene un patrimonio negativo, o sea que no tiene modo de asegurar la estabilidad de la moneda y del crédito. Concretamente, las reservas internacionales netas, u$s16 mil millones, contrastan con un pasivo monetario de cerca de dos billones de pesos (dinero circulante, cajas de ahorro, depósitos a menos de un mes). Por el otro, Argentina enfrenta necesidades financieras externas del orden de los u$s100 mil millones hasta finales de 2019 – la suma de los vencimientos de deuda externa y de los créditos que deberían financiar el déficit de pagos con el exterior. Este coctel genera una salida de ganancias, pagos de intereses y capitales que escapa a cualquier cálculo. La dimensión de la crisis escapa a las posibilidades de contención del Fondo Monetario Internacional.
Cuarenta y ocho horas antes de la nueva crisis, toda la prensa financiera destacaba “la estabilidad del tipo de cambio”, “la caída del ‘riesgo-país’” y el desarme ‘exitoso’ de un nuevo tramo de Letras del Banco Central (Lebac) que se habían convertido en nuevas Letras del Tesoro a plazos de seis meses. Inoportuno ‘canto de victoria’ – el FMI impugnó el costo de esta ‘estabilidad’, obtenida por medio de nuevas ventas de dólares, que salían de la plata que había prestado el FMI, y con un procedimiento cuestionable. Ocurre que Caputo recurrió a la venta directa de divisas a los bancos – una suerte de cartelización de la compra de dólares – en lugar del método convenido de licitaciones o subastas. Apenas había asumido se fue corriendo a la mesa de operaciones para vender dólares y futuros de dólar para contener la suba de la divisa. Caputo lo hizo durante tres meses incesantemente y fracasó a pesar del apoyo del FMI y de los grandes fondos globales que ahora están inquietos para llevarse sus "inversiones" para limitar las pérdidas. Muy pocas chances de victoria. El ex presidente del Central es un agente de los fondos internacionales que se clavaron con Lebacs y Letras en pesos, y que necesitan salir del pozo con el dólar más barato posible. La renuncia de Caputo saca a la luz un enfrentamiento de Pimco, BlackRock y Templeton, los más importantes del planeta, con el FMI. La pelea va ahondar la crisis; los diarios del miércoles cuentan que el JP Morgan prevé “mayor volatilidad”. Los famosos Paradise Papers revelaron que Caputo es gerente de fondos de inversión en las Islas Caimán, que nunca informó, como de otros fondos controlados por el fondo de su propiedad, Noctua, con sedes en Delaware y Miami (Emilia Delfino, Perfil, 17.2.18).

Los fracasos del FMI

Para arruinar el nuevo negocio con el FMI (luego de haberlo hecho con el primero), se hizo correr la bola de que el Fondo adicionaría u$s25 mil millones a los 50 mil millones pactados hace tres meses – sin presentar ninguna prueba. La evidencia de que el nuevo acuerdo sólo agrega u$s5 mil millones, ha pinchado las expectativas. Del mismo modo, el FMI ha ratificado que su paquete financiero no apunta a vender divisas en el mercado de cambios, sino a funcionar como garantía del pago de la deuda externa, con la condición de que tenga por base un ajuste fenomenal que haga innecesario su uso. A esto apunta la propuesta de establecer una banda cambiaria, que autorice la oscilación del peso/dólar. Ningún ajuste excepcional, sin embargo, puede proveer el financiamiento que requiere Argentina, y muchos dicen que tampoco llegará al ‘déficit primario cero’, tanto por razones económicas como por la resistencia popular. Esto explica que el proyecto de Presupuesto elaborado por el gobierno establezca la autorización para “reestructurar la deuda pública”, que es una forma de declarar el ‘defol’. Es lo que no pudo imponer el FMI en Grecia, debido a la oposición tajante de Alemania y Francia.
Cuando se recorre todo el espinel de la crisis actual, desde su comienzo, se percibe que los fondos internacionales advirtieron, en diciembre pasado, que Macri no podría imponer sus contrarreformas fundamentales sin enfrentar una lucha popular de envergadura y una crisis política. Macri impuso la confiscación de un trimestre entero de las jubilaciones, pero no ha podido avanzar en las ‘reformas’ laboral y previsional. Así fue interpretado el abandono sucesivo de las diferentes políticas monetarias subsiguientes, que pretendían aflojar el ahogo crediticio interno. Esta crisis ‘sistémica’ del macrismo explica, en última instancia, la corrida cambiaria ulterior, luego dos años de salida de capitales disimulado con un fenomenal endeudamiento. La negativa del FMI a financiar la salida de dólares y la devaluación consiguiente, pone en cuestión los ajustes tarifarios al dólar y la libertad otorgada a los exportadores para dejar sus ingresos en cuentas del exterior.

Saltan los tapones

La partida de Caputo representa una crisis política mayor en el macrismo. Se va un “amigo del alma”, que supo voltear planes y ministros, y entra un comodín canjeable, Nicolás Dujovne, que estuvo a punto de perder su puesto hace un par de domingos. El tablero del macrismo opera sin fusibles – el próximo ‘corto-circuito podría hacer saltar el sistema. El ‘golpismo’ contra el que previenen tantos ‘comunicadores’ se encuentra adentro del gobierno y del régimen, no afuera, donde le quieren pasar factura dentro de cuatrocientos días.
Por último, pero para nada menos importante, la crisis internacional succiona en grande. Los grandes fondos prefieren la ‘bicicleta’ de las acciones de Wall Street, donde oportunamente pagarán la fiesta, al monopatín de Buenos Aires. Turquía cree haber controlado la corrida cambiaria, sin reparar en que se encuentra ante una crisis bancaria. Hay muchos indicios de que el Brexit podría eyectar a los conservadores del gobierno y meter adentro a los laboristas. Enseguida después de Brasil, las elecciones de medio término podrían deparar una derrota importante a Trump, en la primera semana de noviembre. En este caso, se desataría una guerra política sin cuartel en Estados Unidos.
Es necesario explicar el carácter y el alcance de la crisis a la clase obrera, y debatir seriamente acerca de ella con los activistas y los luchadores. Una comprensión de la crisis fortalecerá la convicción de la clase obrera acerca de la necesidad de un paro activo nacional, la huelga general, la deliberación de bases del movimiento obrero y un planteo de poder – fuera Macri, reemplazo del régimen actual por una Asamblea revocable soberana, por un gobierno de trabajadores, por la Unidad Socialista de América Latina.

Jorge Altamira

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