lunes, 20 de octubre de 2025

Fuera Bullrich, que "empodera" a los femicidas y ataca al movimiento de mujeres


Responsabilizó a las víctimas de femicidios, a quienes les adjudicó estar "demasiado empoderadas" por culpa del feminismo. 

 Como si le faltaran canalladas por hacer o decir, Patricia Bullrich se refirió a la seguidilla de femicidios cometidos en lo que va de octubre, afirmando que las víctimas se merecían su desenlace por estar "demasiado empoderadas" y "pisotear a los hombres". De ese modo, justifica a los femicidas y les indica a las mujeres que deben mantenerse sumisas sino quieren ser asesinadas.
 La ministra de Seguridad y candidata a Senadora nacional por La Libertad Avanza, fue al programa de stream del troll libertario Daniel Parisini (alias "gordo Dan") a responsabilizar al feminismo del aumento en los casos de crímenes contra las mujeres (sumaron 14 en lo que va del mes). Con total liviandad, opinó que “Si lo que vos hacés es generar una idea de que estás empoderada y sos capaz de pisotear a cualquiera, sea hombre, tu padre o tu madre; si a alguien lo pisoteás, finalmente lo que termina pasando es que te viene en contra”. Como si fuera poco, remató diciendo "el desequilibrio que se generó con el feminismo extremo lleva a situaciones donde la violencia es tan fuerte que termina destruyendo a la misma persona que genera esa lógica”. 
 En primer lugar, sus dichos representan un agravio intolerable hacia los familiares sobrevivientes de femicidios, a quienes desde el gobierno se les está diciendo que las víctimas a las que lloran "se lo buscaron". La autora de "el que las hace, las paga" no invoca ninguna búsqueda de justicia cuando se trata de crímenes por motivo de género, por el contrario, los considera un aleccionamiento necesario contra aquellas que osan no agachar la cabeza frente a situaciones de violencia. Es muy grave, porque viniendo de parte de la ministra de Seguridad de la Nación esas declaraciones son un respaldo político al accionar de las fuerzas policiales que sistemáticamente desestiman las denuncias y dejan desprotegidas a las mujeres.
 Finalmente, del mismo modo que Bullrich brega por la militarización de las calles para reprimir al pueblo, necesita que haya hombres sometiendo a las mujeres en cada uno de los hogares como medio para disciplinar al conjunto de la sociedad. De esa manera, refuerza la animadversión entre los géneros que integran a la clase trabajadora para desalentar que emprendan una lucha en común contra el poder. A su vez, busca mantener a raya al colectivo femenino, a sabiendas que este ha sido protagonista de todos los levantamientos populares a lo largo de la historia, desde la Revolución Francesa, pasando por la Revolución Rusa, hasta el movimiento piquetero en Argentina. 
 El movimiento de lucha de las mujeres y las diversidades choca con estos objetivos de regimentación social, porque despierta conciencias acerca del lugar subordinado que este sistema le reserva a la población femenina y, a la vez, ofrece una perspectiva de organización contra esa desigualdad. Por eso Bullrich y el gobierno lo elijen como enemigo, acusándolo no ya de "destruir la familia" sino directamente de provocar los femicidios. 
 Como si hiciera falta aclararlo, es la misoginia que imparten desde el Estado la que evalentona a los femicidas, no el feminismo que teje redes comunitarias para que las mujeres puedan irse de los hogares donde son agredidas y corren riesgo de muerte. Lo mismo vale para las organizaciones barriales que les brindan a las y los jóvenes más vulnerables un proyecto de vida alejado del narcomenudeo y la explotación sexual. En cambio, Bullrich y compañía les otorgan blanqueos y se dejan financiar la campaña por estos negocios criminales que arruinan el futuro de la juventud de los sectores postergados y matan a las pibas. 
 Bullrich, con su brutalidad característica, hizo explícito que a su fuerza política la invade un profundo odio hacia las mujeres, que hasta el momento la ultraderecha buscaba maquillar con el discurso de "la defensa de la familia" y el combate contra las supuestas "falsas denuncias". Incluso, la ministra dejó al descubierto la ideología del capital en estado puro, cuyos preceptos machistas se cuelan en los poros de todos los partidos del régimen a la hora de gobernar y de las instituciones del sistema, como la escuela, la Justicia o la iglesia, donde también se les inculca a las mujeres el mandato de la obediencia a la autoridad masculina.
 La ministra expresa como nadie la putrefacción de este régimen social que pone en peligro a las mujeres. A ella se le va a venir en contra, cuando el pueblo se rebele, haber pisoteado a tanta gente. 

 Sofía Hart

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