jueves, 18 de julio de 2024

Nuevos anuncios económicos: el dúo Milei-Caputo en aprietos


Al ministro "mago" no le quedan muchos conejos en la galera.

 La comunicación de la cartera de Economía, opaca y a las apuradas durante el fin de semana, indica que los cartuchos del gobierno se están agotando. La disparada del dólar que pasó el umbral de los 1.500 pesos y el salto en la brecha que ya asciende al 63%, fueron señales inequívocas y más que suficientes de que la situación económica se estaba desmadrando a un ritmo rápido, y que se estaba escapando de control al equipo económico. El lunes, la baja de los dólares financieros se dio en medio de un alza del riesgo país y caída de la cotización de los bonos argentinos. 
 El anuncio, en resumidas cuentas, consiste en que los dólares que entraron al BCRA por la liquidación de divisas que se practica en el mercado oficial, van a ser revendidos por la entidad monetaria en el mercado financiero. La nueva oferta de billetes verdes, según sus promotores, debería reducir su cotización y permitir que se reduzca la brecha cambiaria. Siguiendo este razonamiento, esto favorecería que los productores agrarios y lascerealeras, que hoy retienen los granos, empiecen a liquidarlos ante la evidencia de que se reduce el desfasaje entre el oficial y el paralelo, y que su especulación sobre una suba de la divisa se esfuma.
 Este nuevo anuncio revela hasta qué punto estamos frente a un grupo de impostores. A contramano del ideal libertario que se agita, el gobierno ejerce cada vez más intervención en el mercado. En lugar de “libertad carajo” (o sea, liberar las variables económicas, como Mileiexpone en cuanta tribuna tenga a disposición), asistimos a una mayor injerencia del Estado. Desmintiendo la tesitura oficial de que vamos en dirección a una liberación progresiva del cepo, los anuncios actuales lo refuerzan. En realidad, el tándem Milei-Caputo echa mano de lo que venía criticando a Massa y al propio Fernández, e incluso lo que le reprochó a Macri: usar las reservas para financiar la fuga de capitales. El equipo económico plantea que, a diferencia del pasado, esta vez se desprende de los dólares pero no al precio oficial sino al paralelo (y que eso representaría un ganancia para el Central por la diferencia entre el valor que los compra y luego el valor que los vende), pero ocultando el hecho de que este accionar implica una menor acumulación de reservas. No se nos puede escapar que las reservas son negativas y que en el mes de junio el Central no pudo acumular dólares.
 El presente anuncio echa leña al fuego al ya pronunciado problema de la erosión de las arcas del BCRA. Ni hablar deque esto supone una suba del riego país al potenciar el riesgo de incobrabilidad de los bonos como consecuencia de un impacto negativo en su cotización. No es ocioso señalar que el riego país trepa en la actualidad por encima de los 1.500 puntos. El anuncio consolida esa situación y hace imposible el retorno de Argentina al mercado privado internacional de crédito. 

 Recesión más inflación 

La intención oficial sería, con las nuevas medidas, absorber los pesos que se emiten por la compra de dólares. El dúo dinámico se jacta de que esto sería un golpe demoledor y definitivo a la inflación, pues anularía una de las fuentes fundamentales de emisión monetaria. Pero el discurso que emana de la Rosada omite el uso de reservas para aquietar la brecha cambiaria, disminuye la disponibilidad de reservas a las importaciones y demás transacciones económicas fuera del mercado financiero. El resultado va a ser restringir más el acceso al dólar oficial y, por lo tanto, que las operaciones comerciales con el exterior deban hacerse al dólar financiero, lo cual supone un encarecimiento de importaciones y está llamado a trasladarse a precios y alimentar las tendencias inflacionarias. 
 Pisar aún más las importaciones, como consecuencia de menores reservas, alimentaría en forma más aguda las trabas al ingreso de insumos que viene sufriendo la producción nacional, reforzando la ya pronunciada recesión. Retirar los pesos de circulación, por otra parte, secaría aún más la plaza, aumentando las tasas de interés y alentando la tendencia al parate de la economía. En definitiva, lejos del escenario auspicioso que anuncia el gobierno, la política oficial revalidada por los anuncios plantea la perspectiva de una recesión severa sin que se haya desterrado el flagelo de la inflación, con más razón cuando todavía siguen reguladas las tarifas del transporte, del gas, la luz y otros servicios. 
 Y está lejos de despejarse la amenaza de una devaluación. La devaluación del dólar oficial del 2% mensual se hace insostenible frente al 80% de inflación acumulado sólo en el primer semestre del año. En lugar de un resultado favorable, el intento gubernamental de bajar la cotización del financiero puede exacerbar la reacción adversa de los exportadores y ruralistas, pues implica en los hechos una merma de sus ingresos desde el momento que un 20% de sus liquidaciones se hacía según la cotización del dólar financiero (dólar blend), a lo que hay agregar (sobre llovido, mojado), un descenso de los precios internacionales. En las semanas previas, según los trascendidos, se venía negociando una suba al 30% en la proporción nombrada. En lugar de esa compensación, se abrió paso ese balde de agua fría. 

 Presión devaluatoria

 No nos podemos olvidar, además, que los anuncios entran en choque con las exigencias del FMI, quien plantea que no sólo no se toquen las reservas sino que se cumpla con las pautas de su acumulación establecidas en el marco de las acordadas suscriptos con Argentina. El FMI, obviamente, apunta a resguardar el cobro de su deuda. En este contexto, las presiones devaluatorias están destinadas a extenderse.
 El hecho de que se haya producido una caída del dólar financiero el día de hoy en los mercados no nos puede hacer perder de vista la base precaria, frágil y explosiva de la política de Milei. No olvidemos lo efímero del repunte que despertó el entusiasmo del gobierno con la aprobación de la ley Bases y la refinanciación lograda del swap contraído con China. 
 El gobierno está transitando por arenas movedizas. Basta tener presente, sin ir más lejos, el anuncio de apenas una semana atrás, también hecho a las apuradas como el presente, sobre el cambio de los pases pasivos del BCRA por Letras del Tesoro (LeFi): se pasó deuda del Central al Tesoro Nacional. Esto provocó incertidumbre e inquietud. Más de un analista catalogó este cambio como una suerte de “Plan Bonex”. El ruido se hizo sentir en los bancos y es lógico, desde el momento que el Tesoro ni siquiera tiene la potestad de emitir como al menos la tiene el BCRA. De modo tal que la deuda pública en manos de los bancos tiene aún más chances de no cobrarse y ser defolteada. El horizonte de una cesación de pagos, como ocurrió en la crisis del 2001, asoma su cabeza por más que se pretenda omitirlo y, por supuesto, el pato de la boda serán los ahorristas.
 Milei se apresuró a catalogar de “golpista” al banco Macro por querer canjear los bonos de la deuda, ejerciendo un derecho de opción (“puts”, como se lo conoce en la jerga financiera) contemplada en la normativa vigente. Se trataba de 1,6 billones de pesos, que al cambio oficial ascienden a 1.600 millones de dólares (que en caso de ser cobrado por el banco se habrían desplazado a la compra de dólares), lo que colocó en jaque al país. Por un lado, puso en evidencia la absoluta endeblez del sistema financiero, con más razón cuando la suma del Macro representa apenas un 10 por ciento de la totalidad de los puts. Lo que está en juego son 13 billones de pases que el gobierno pretende desarmar traspasándolo al Tesoro. Por el otro, se colocó sobre el tapete el poder económico que concentra la “patria financiera” y cómo la economía del país es un rehén de ella, de sus maniobras y extorsión. La banca hasta ahora ha decidido no patear el tablero, y lo que, por ahora, prima es una política de negociaciones, pero eso no le baja el precio a la envergadura de la crisis. Estamos frente a compromisos precarios en un marco en que la clase capitalista, mayoritariamente, con sus conflictos, sigue cerrando filas detrás del gobierno, lo cual no descarta giros y choques más abiertos en caso de que se profundice la crisis económica o se produzca un agotamiento político del gobierno.

 Perspectivas

 Una medida de la fragilidad de la situación lo da el hecho de que el traspaso de la deuda representa para el Tesoro una erogación mensual de la friolera de 600 mil millones de pesos en concepto de intereses, lo cual compromete el “superávit fiscal” que pregona el gobierno. Está a la vista que las contradicciones son muy agudas y atraviesan el nuevo ciclo político inaugurado por Milei. Es necesario que sigamos con atención la evolución de la crisis por arriba, pues, como revela la experiencia histórica, las masas suelen terminar abriéndose paso a través de las fisuras y oportunidades que aquella presenta. 
 Todo parece indicar que el gobierno está tratando de “aguantar” a que Trump triunfe en noviembre y eso lo ayude a conseguir los dólares que el FMI le niega. Pero todo indica que el “mago” Caputo está sacando de la galera a uno de sus últimos conejos. Si esto fuera así, se prepara el turno de Sturzenegger, que ya le viene serruchando el piso al Toto. Lo que podemos anticipar es que un cambio de gabinete no será indoloro. 

 Pablo Heller

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