lunes, 10 de julio de 2023

Una campaña electoral entre crisis, paros y piquetes


Panorama político de la semana.

 Un escenario que extrema la necesidad de votar a la izquierda que se planta. 

El parazo de choferes en el Amba cerró una semana ya movida por el piquetazo nacional con el que la Unidad Piquetera arrancó compromisos de parte del gobierno que retacea hasta los alimentos a los comedores; mientras aún sigue abierto el proceso de movilización popular en Jujuy. En medio de un camino electoral ya signado por la crisis política y económica, son señales de lo que se viene. Los peronistas, macristas y facholiberales que compiten por ver quién hace una campaña más derechista deberían tomar nota. Es este escenario el que extrema la necesidad de que el FIT-U represente a la izquierda que se planta y organiza a los trabajadores hasta en los barrios más profundos. 
 El paro, originado a partir de una “crisis por arriba” entre la presión de la patronales por mayores subsidios y la división de las burocracia sindical de la UTA, tuvo un acatamiento masivo que expresó la profundidad del reclamo salarial en el gremio. La medida, que logró un altísimo impacto, se levantó a partir del compromiso de las empresas de pagar el acuerdo paritario, que era con lo que extorsionaban a los trabajadores para tensar al gobierno a aflojar la billetera de subvenciones. 
 La alta adhesión al paro hizo que su impacto fuera general. Se combinó con la interrupción rotativa de las líneas del Subte el jueves, exigiendo otro franco semanal para reducir la exposición de su salud, y el viernes con el cese de tareas en el Sarmiento por el reclamo de los jerárquicos ferroviarios por la homologación del convenio colectivo, que dejó sin transporte público así a toda la Zona Oeste del Gran Buenos Aires durante casi toda la mañana. Son expresiones del universo de demandas entre los trabajadores, cuando el propio Indec confiesa que el 80% cobra salarios por debajo de la línea de pobreza. 
 El hecho de que mientras esto sucede las usuarios tengamos que sufrir aumentos del boleto todos los meses, con los que el gobierno busca reducir el gasto en subsidios para arrimarse a las metas fiscales del FMI, es una demostración lo parasitario que es el sistema de transporte de pasajeros en manos de un puñado de privatizadas que monopolizan las líneas en zonas enteras. Es una refutación práctica de los planteos privatistas que tanto repiten Milei y la derecha, incluso para áreas como la educación y la salud. En este último terreno tenemos también otra confirmación, ya que mientras suben mensualmente las cuotas de las prepagas un relevamiento identificó que ocho de cada diez afiliados debe atenderse con profesionales por fuera de las cartillas por la falta de oferta. 
 Con una enorme jornada de 80 cortes en todo el país y una imponente movilización desde el Puente Pueyrredón hasta el Ministerio de Desarrollo Social, donde se preparó una permanencia hasta tanto se diera respuesta a los reclamos, la Unidad Piquetera conquistó el compromiso de que se entregarán los alimentos a los comedores barriales y el pago de un bono en julio equivalente a la mitad del Potenciar Trabajo para todos sus beneficiarios.
 Es un revés al ajuste que el gobierno descarga sobre los más necesitados, ejecutado por la candidata a diputada nacional de Unión por la Patria. Las divisiones de los movimientos sociales enrolados en la Utep en torno al apoyo a Massa o a Grabois no disimulan que todos se encuadran detrás de la política fondomonetarista que acompañan como funcionarios en Desarrollo Social. La pelea del Polo Obrero y otras organizaciones piqueteras por ganar el voto de las barriadas para la izquierda se apoya en la militancia cotidiana y la lucha constante, a diferencia de los punteros y las agrupaciones cooptadas por el Estado. Una batalla que solo la lista que encabeza Gabriel Solano expresa en estas Paso. 
 Las acciones de la Unidad Piquetera confluyeron en el norte con la rebelión del pueblo de Jujuy. Allí hubo una nueva marcha de antorchas masiva de la docencia de nivel inicial y primaria que lleva ya un mes de lucha, mientras se suceden movilizaciones en los pueblos que ya arrancaron el pronunciamiento de una docena de concejos deliberantes por la anulación de la reforma constitucional reaccionaria que Gerardo Morales quiere imponer a fuerza de palazos y persecución judicial. El jujeñazo, como analiza el editorial semanal de Eduardo Salas, es el fantasma que aterra a los políticos capitalistas y sus planes de guerra contra los trabajadores; y a la luz de los sucesos de esta semana se entiende por qué no es una particularidad jujeña. 
 Este cuadro se manifiesta también en el impasse en que siguen las negociaciones de Massa con el FMI para que le adelanten los desembolsos de este año, a lo que desde Washington responden con el requisito de una devaluación. Si bien en el gobierno se van quedando sin cajas donde sacar dólares (o yuanes), el ministro de Economía es consciente que un salto en el tipo de cambio “sería llevar la inflación a niveles de una híper, con consecuencias impredecibles que no solo pueden voltear su candidatura sino también hacer que toda la Argentina baile al ritmo del carnavalito”, reflexiona el mencionado editorial de Prensa Obrera. 
 El colmo de este pantano es que en fecha patria del 9 de julio pagarán más de 1.000 millones de dólares a los bonistas buitre, es decir que siguen saqueando al Banco Central para pagar una deuda externa fraudulenta. La inviabilidad de todo esto realza el programa de la izquierda que parte de romper con el Fondo y repudiar la deuda usuraria, a la par que de una recomposición de los salarios y jubilaciones.
 La derechización del proceso electoral se topa entonces con intervenciones obreras y populares. Por eso, la pretensión de preparar el terreno para una mayor ofensiva capitalista es apuntalada por discursos xenófobos como los de la fórmula Bullrich-Petri, del candidato peronista de Larreta a senador Pichetto, o el integrante la lista de Jorge Macri como legislador porteño Franco Rinaldi. Las patoteadas discriminatorias buscan alimentar las divisiones entre los trabajadores y favorecer la superexplotación capitalista de los migrantes, de las mujeres, las comunidades originarias, etc. Como sea, los planes mano dura y “motosierra” deberán vérselas con un pueblo que muestra aún amplias reservas de lucha. 
 Es este punto crucial lo que define el debate sobre qué izquierda necesitan los trabajadores en Argentina. Es un asunto vital, que trasciende por mucho la búsqueda de conquistar algunas bancas parlamentarias. Lo que se viene es un período de grandes convulsiones sociales, y para eso la izquierda debe prepararse como canal de organización de la clase obrera en los sindicatos y en los barrios, como una fuerza no solo con un programa revolucionario sino con una fuerte inserción popular. Para encarar esta polémica de frente ante los activistas y luchadores, e incluso ante todos los trabajadores, es que Gabriel Solano propuso a Myriam Bregman la realización de un debate público.
 Como dice uno de los spots que acaba de lanzar la lista Unidad de Luchadores y la Izquierda: “frente a tanta derecha, vamos con la izquierda que se planta”. Buen domingo. 

 Iván Hirsch,  editor de Prensa Obrera.

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