lunes, 17 de julio de 2023

La guerra imperialista y las bombas “racimo”


La decisión del presidente norteamericano Joe Biden de enviar bombas racimo a Ucrania implica un encarnizamiento de la guerra. 

 La decisión del presidente norteamericano Joe Biden de enviar bombas racimo a Ucrania implica un encarnizamiento de la guerra en el este europeo que tendrá graves consecuencias, especialmente para la población civil. Una bomba de racimo, bomba de fragmentación, bomba de dispersión o submunición es una bomba de caída libre o dirigida que puede lanzarse desde tierra, mar o aire. Las bombas de racimo contienen un dispositivo que libera un gran número de pequeñas bombas al abrirse, esparcen “bombas” del tamaño de una granada sobre un área grande, anulando los errores de puntería. 
 El impacto de las municiones en racimo alcanza objetivos más allá de los objetivos militares; alcanzan objetivos civiles, persisten durante semanas, meses, incluso años, a veces mucho después de que finaliza el conflicto. Estas armas están diseñadas para dispersar enjambres de pequeñas submuniciones, conocidas como “bombetas”, sobre grandes áreas, causando muerte y destrucción generalizadas. Para empeorar las cosas, a menudo no explotan según lo diseñado.
 En el caso de Ucrania, tanto el régimen de Volodomir Zelensky como Rusia ya han usado esta clase de artefactos en la guerra, según denunció en mayo la Coalición contra las Bombas Racimo, una organización que monitorea el uso de esas armas en el mundo. 
 “El uso de municiones en racimo por parte de Rusia en Ucrania mató e hirió a cientos de civiles entre febrero y julio de 2022”, comentan un ex senador y un senador miembro del Comité de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. Y continúan: “Como senadores, viajamos a Vietnam, donde fuimos testigos de primera mano de los efectos devastadores y duraderos que estas armas han tenido en los civiles” (Washington Post, 7/7). 
 Los ucranianos también ya las utilizaron durante el ataque a una aldea en el este, según reveló The New York Times (20/4/22). 

 El uso de las bombas racimo en Laos 

De 1964 a 1973, Estados Unidos arrojó más de 2,5 millones de toneladas de bombas sobre Laos en 580.000 bombardeos, lo que equivale a un avión cargado de bombas cada ocho minutos, las 24 horas del día, durante nueve años, lo que convierte a esta nación asiática en el país más bombardeado per cápita en la historia. Los bombardeos fueron parte de la guerra en Laos para apoyar al Gobierno Real contra el Pathet Lao y contra los combatientes de Ho Chi Minh; eran parte de la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Los ataques aéreos destruyeron muchas aldeas y mataron miles de civiles y desplazaron a cientos de miles de civiles laosianos durante el período de nueve años (“History of the American Secret War in Laos”, en legaciesofwar.org).
 Hasta un tercio de las bombas lanzadas no explotaron, dejando a Laos contaminado con grandes cantidades de artefactos explosivos sin detonar. Más de 25.000 personas han resultado muertas o heridas por la bombas racimo en Laos luego que cesaron los bombardeos (ídem).
 “Más de 270 millones de bombas de racimo fueron lanzadas sobre Laos durante la Guerra Secreta Estadounidense en Laos; hasta 80 millones no detonaron. Cincuenta años después del cese de los bombardeos, siguen muriendo civiles. Cerca del 60% de los accidentes resultan en muerte, y el 40% de las víctimas son niños (ídem). 

 La verdadera cara del imperialismo 

Algunos legisladores demócratas cuestionaron a Biden por autorizar el envío de bombas racimo, pero se trata de una postura hipócrita, porque en paralelo apoyan el involucramiento de Estados Unidos en la guerra y el envío de armas de creciente poder destructivo y muerte, como misiles, bombas, etc. al régimen de Zelensky. 
 En el caso de la Otan, 23 de sus 31 miembros (entre ellos Reino Unido) son signatarios de un pacto internacional (al que no está adherido Estados Unidos) que prohíbe su uso. Reino Unido hizo un tibio llamado a Ucrania para que no use bombas racimo, pero no se propone obstaculizar la decisión de Biden, transformándose, así, en cómplice. Son los mismos Estados que vienen pertrechando al régimen ucraniano con toda clase de material bélico.
 En lo que va del año, Estados Unidos y la Unión Europea han incrementado de manera sostenida y permanente el envío de armamento de creciente potencia, alcance y tecnología. Sistemas de misiles Himars (cohetes guiados por satélite de alta precisión y alcance de 70 km); Alemania envió 18 tanques Leopard de última generación luego de entrenar al personal; el Reino Unido envía misiles Harpoon (240 km) y Storm Shadow (560 km); Estados Unidos envió equipos Patriot antimisiles y Biden decidió el entrenamiento de pilotos para aviones de combate F16. 
 Las municiones en racimo que Estados Unidos enviará a Ucrania son compatibles con los obuses de 155 mm proporcionados por Estados Unidos, una pieza clave de la artillería ucraniana. 
 Ucrania ha dicho que la escasez de munición ha limitado a sus tropas a disparar 100.000 rondas al mes, una cuarta parte de lo que usan los rusos y casi una sexta parte de la cantidad de proyectiles que Kiev ha dicho que sus tropas podrían disparar. EE. UU. tiene aproximadamente 3 millones de rondas de “bombas racimo” almacenadas en bases estadounidenses y aliadas en Europa (Financial Times, 11/7). 
 Las “bombas racimo” son otro escalón, con daños incalculables a los civiles y con permanencia de décadas en el terreno donde son diseminadas. 
 La lucha contra el imperialismo y su gobierno títere en Ucrania y el gobierno de Rusia es la bandera de la lucha para impedir la muerte y destrucción de la guerra en Ucrania. Derrocar a los gobiernos de Ucrania y Rusia es la bandera de la lucha contra la guerra y la barbarie imperialista en Ucrania. 

 Sergio Rivero

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