domingo, 9 de abril de 2023

Epidemia americana


Los tiroteos son una plaga constante que los sucesivos gobiernos estadounidenses han sido incapaces de erradicar 

 Los vidrios estallaron. Audrey Elizabeth Hale se agachó y pasó por el hueco que había hecho en la puerta de entrada de la Escuela Covenant de Nashville, en Tennessee, Estados Unidos. Empuñaba un rifle semiautomático, llevaba otro colgado de un brazo, una pistola y gran cantidad de municiones.
 Mientras recorría los pasillos del colegio y subía escaleras, abría fuego contra quien tuviera enfrente. Asesinó a tres menores de apenas nueve años y a tres adultos. Posteriormente fue abatida por la Policía, la cual le encontró planos del centro escolar en los que había marcado la ubicación de los accesos, así como de las cámaras de seguridad. 
 En las distintas coberturas de esta noticia fue visible una coincidencia. Las informaciones de periódicos, los reportes en radio y televisión, los análisis por parte de especialistas, mencionaron la posibilidad de que Audrey padecía algún rasgo de trastorno mental.
 También hicieron referencia a que era transgénero, como queriendo insinuar la falsa idea de que su identidad genérica habría influido en la decisión y, a la vez, hacerle olvidar a la gente que la matanza se hizo con armas accesibles en las tiendas de su nación. 
 Alguien que comete un crimen contra pequeños es una persona mentalmente insana. Pero esa no es la causa principal de las más de 130 balaceras masivas reportadas este año en Estados Unidos. Los ataques responden a la facilidad que existe para comprar pistolas, armas automáticas de alto poder y cualquier otro tipo de armamento. 
 Los tiroteos resultan una plaga constante que los sucesivos gobiernos han sido incapaces de erradicar. Los ciudadanos de este país se matan entre sí 25 veces más que en otros lugares desarrollados, señaló el centro Brady Campaign to Prevent Gun Violence. 
 La razón más citada por los que adquieren armas de fuego es la defensa individual, pero investigaciones de los últimos años confirman que en los hogares con estos artilugios se incrementa de tres a cinco veces el riesgo de homicidio y suicidio. Se calcula que hay más de esos equipos en manos privadas que población en el país norteño. 
 Hacer referencia como causa principal de las masacres en Estados Unidos al estado de salud mental de alguien es un intento por defender la cultura de las armas, legitimada en la Segunda Enmienda de su Constitución. Al igual que con Audrey, y cientos más, el problema no es que estén obsesivos por matar, sino que se les permita hacerlo. 

 Amaya Rubio

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