lunes, 3 de abril de 2023

Del COVID-19 al dengue


Según el boletín epidemiológico que confecciona el Ministerio de Salud, en el último parte se registró un incremento del 95 por ciento en relación a los casos de dengue reportados en los siete días previos (4.828) y ya se notificó un total de 9.388 infecciones. Por su parte el boletín registra un leve aumento de los casos de COVID-19 de 800 casos a 1600. Se teme que esto sea una tendencia.
 “El aumento de casos de dengue, por lo general, es estacional. Durante febrero, marzo y abril la región de las Américas registra elevaciones que alcanzan picos a partir de la presencia del vector. Este incremento se correlaciona directamente con el mosquito y presencia de personas que tienen dengue”, explica Juan Manuel Castelli, subsecretario de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud. (Página/12, 26/3). 
 A la fecha, de los 9388 casos, 8.504 no tienen antecedentes de viaje, 582 se encuentran en investigación y 302 fueron importados. Esto da cuenta que la circulación del virus que transmite el mosquito Aedes aegypti se dio a una velocidad mayor a nivel local que hace tres años. El virus tiene presencia en 13 jurisdicciones y ha provocado tres fallecimientos, dos en Salta y uno en Santa Fe. Particularmente en el caso de la ciudad de Buenos Aires (CABA), ya alcanza niveles significativamente superiores a los registrados en la temporada récord de 2020. Para la semana epidemiológica 10, la cantidad de casos autóctonos confirmados y en investigación era de 180 hace tres años, mientras que ahora llega -según los últimos datos oficiales disponibles- a 323. Esto es casi un 80 por ciento más. Esto llevó a que el barrio de Mataderos, donde se registra la mayor cantidad de casos, cambie el criterio epidemiológico, considerando a quiénes presenten los mismos síntomas como casos confirmados. 
 Paralelamente al crecimiento de casos de casos de dengue, que, a diferencia del COVID-19, no se transmite persona a persona, los registros de la última semana según el boletín epidemiológico emitido por el Ministerio de Salud, dan cuenta de que la pandemia del COVID-19 no ha terminado. Luego de haber registrado el piso histórico de contagios durante la primera semana de marzo, en la última semana se registraron 1600 casos, mostrando un leve aumento. Esto en el marco de la decisión del gobierno de dejar sin funcionamiento el monitor de datos que actualizaba las cifras de nuevos casos y fallecimientos por COVID, incorporándose al Boletín Epidemiológico que se emite cada semana, con los informes de otras patologías en el país, incluyendo la viruela del mono, la gripe aviar y el cólera.
 El leve aumento de casos puede estar relacionado a una acumulación de datos (información sobre casos confirmados anteriores que recién impactan esta semana) o podría revelar un presunto cambio de tendencia. De darse la segunda opción, el posible rebrote -que el clima más frío del otoño podría potenciar- conviviría esta vez con una curva de dengue en crecimiento provocando el riesgo de la coinfección. Las consecuencias de ese combo actuando al mismo tiempo no son demasiado claras. La literatura científica ha hablado hasta el momento de dos escenarios: uno inocuo y otro de cuadros de mayor gravedad (Clarín, 27/3).
 Mientras la OPS (PAHO por sus siglas en inglés) sostiene que hay que seguir manteniendo el alerta por la pandemia de COVID-19 y no bajar la guardia, la epidemia del dengue se instala con fuerza y empieza a causar estragos en la población del país. La depredación capitalista del medio ambiente, consecuencia de las olas de calor, sequias e incendios, no hace más que provocar nuevas pandemias y epidemias. 

 Soledad Domínguez 
 30/03/2023

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