lunes, 10 de diciembre de 2018

Macri en el espejo de Macron



Un análisis de las convergencias y divergencias entre la situación argentina y francesa en el editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los domingos de 22 a 24 por Radio Con Vos. Escuchá y/o leé los principales ejes.

Un presidente que llegó al Gobierno a través de un balotaje porque en la primera vuelta había obtenido apenas un 24%.
Salió de las entrañas de la cúpula empresarial y era hijo pródigo de una elite muy alejada de los intereses populares.
Con el triunfo se subió al caballo y aseguró que venía a transformar el país para sacarlo de la eterna decadencia en la que se encontraba y llevarlo en la senda de la modernización y el “cambio”.
Le dio impulso a contarreformas que afectaron a las grandes mayorías: recorte previsional, flexibilización laboral y también ajuste del Estado, sobre todo en los ámbitos que afectaban a las grandes mayorías.
Repetía a los cuatro vientos y a quien quisiera escucharlo que las prestaciones sociales eran “gastos innecesarios”, que quienes resistían a sus medidas eran “vagos” que no entendían o no querían entender el “cambio”.
Redujo o directamente quitó impuestos o retenciones impositivas a los sectores privilegiados, con la idea de que eso favorecía las inversiones.
Todo el mundo periodístico lo presentaba como la “esperanza blanca” de su país e incluso como posible líder regional.
Pasado un tiempo prudencial de administración, ninguna de las promesas se había cumplido: el costo de vida aumentaba sin parar, la desocupación rondaba el 10 % y todos los indicadores sociales se deterioraban.
Los analistas destacaban que, pese a todas estas afrentas que llevaba adelante el Gobierno, no provocaba una resistencia generalizada. Aunque había conflictos aquí y allá e incluso algunos muy duros, el Presidente avanzaba en sus objetivos.
Como si fuera poco, lo hacía con una narrativa meritocrática, individualista y con un relato que manifestaba desprecio y distancia de clase hacia las mayorías populares.

***

Estamos hablando de Emmanuel Macron, el presidente de Francia que hoy jaqueado por la rebelión de los “chalecos amarillos” está en la cuerda floja, sin rumbo y odiado por la mayoría de la sociedad francesa.
Pero seguramente, se puede emparentar desde unos cuántos puntos de vista con Mauricio Macri: en el origen social, en el relato político y en los objetivos económicos.
Es curioso, porque hasta la semana pasada, cuando se desarrollaba el G20, todo el periodismo oficialista hacía lo posible y lo imposible por emparentar a Macri y Macron: los celestinos de una cumbre que fue presentaba como muy exitosa y se derrumbó al otro día. Ahora con la crisis que atraviesa el presidente francés, buscan todos los argumentos para marcar las diferencias.
Y por supuesto que hay muchas diferencias, pero en un contexto muy similar e incluso en algunos aspectos, con un panorama peor para el presidente argentino: por ejemplo, la deuda que tiene hipotecado al país por los próximos años.
El disparador de los “chalecos amarillos” fue el impuesto a las naftas que intentó aplicar Macron y que luego tuvo anular, cuando ya era demasiado tarde.
Pero el aumento de los combustibles fue un catalizador del malestar, la bronca y odio que la Francia profunda fue acumulando durante todo este tiempo, mientras aparentemente “no pasaba nada”.
¿Cuál será el punto de hartazgo con Macri? ¿Alguno de esos aumentos permanentes que continúan en los servicios públicos? ¿Algún límite en la pérdida del poder adquisitivo del salario? ¿Algún “gatillo fácil” que se pueden multiplicar por la campaña de manodurismo que están llevando adelante?
Nadie lo puede prever con certeza y además, en la Argentina la oposición tradicional (peronista o kirchnerista o todo lo contrario), la dirigencia sindical y de los movimientos sociales, están jugados a una estrategia electoral como único horizonte de lo posible y consideran “por fuera de la relación de fuerzas” lo que hoy hacen en Francia los “chalecos amarillos”.
Sin embargo, tampoco se puede descartar que irrumpa -con las características argentinas-, alguna rebelión como la francesa. Es más, está inscripta en la dinámica de los acontecimientos. El punto no es si va a suceder o no, sino cómo llegamos preparados a esa situación casi inevitable.
Como afirmé hoy en un artículo publicado en Tiempo Argentino: “El movimiento de los ‘chalecos amarillos’ también deja lecciones para el diseño de una solución francesa a los problemas argentinos. Es un alerta para el gobierno de Macri: no todo aparente quietismo ante un ajuste salvaje es sinónimo de pasividad eterna. Pero el movimiento deja más conclusiones para los dirigentes de la moderada oposición política, sindical o de los movimientos sociales que se consideran expertos en el tiempismo condicionado por un electoralismo a prueba de balas. A todos ellos y ellas no les vendría mal un poco de odio francés.

Fernando Rosso
@RossoFer

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