La predisposición de la CGT a ‘acompañar’ la reforma laboral está descontada. El peronismo en todas sus expresiones le ha dado su bendición, de CFK a los gobernadores Osvaldo Jaldo y Axel Kicillof. El ministro de Trabajo bonaerense, Walter Correa, del sindicato del Cuero, en un seminario peronista convocó a “dar una discusión con sustento” y plasmar una reforma laboral “basada en lo que rige en el mundo real, no con lo que inventa la extrema derecha” (Infogremiales, 5/11). La perfidia del planteo es insuperable, porque la “derecha’ fundamenta esa ‘reforma’ en ‘lo que rige el mundo real’. La burocracia ofrecerá el manto de la legalidad a todos los atropellos patronales que ha dejado correr en los últimos años (monotributismo, trabajo por agencia, bonificaciones ´no remunerativas´ ni contributivas, destrucción de la jornada de ocho horas, dictadura de las ART, paritarias a la baja, trabajo no registrado, etc).
Los nuevos ´triunviros´ serán el mascarón de proa de los viejos faraones cegetistas. “Detrás de la nueva conducción va a estar la ´mesa chica´ de la CGT para ‘aconsejar’ y ‘ayudar’. La realidad es que la mesa chica es más que eso. Es el poder real de la central; se parece a un consejo de viejos sabios que toman las decisiones más relevantes. (…) En la actualidad (…) integran ese club selecto de poder Héctor Daer, de Sanidad; Armando Cavalieri, de Comercio; el estatal Andrés Rodríguez; José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias; y Hugo Moyano. (…) La nueva conducción, con ese consejo detrás, es la que deberá buscar atenuar la profundidad de la reforma laboral con la que quiere avanzar Javier Milei. (…) En la central sostienen que los cambios que quieren los empresarios son menos radicales que los que busca el Gobierno” (Clarín, 6/11).
La elección -un montaje ultra regimentado del aparato burocrático- no estuvo exenta de una crisis de aparatos. Los delegados de Luis Barrionuevo (Gastronómicos) se retiraron, luego de que no se aceptara su postura de elegir un solo secretario general. Lo acompañaban Omar Maturano (La Fraternidad) y Roberto Fernández (UTA). El Gobierno cuenta con la burocracia de la UTA para carnerar la resistencia de las bases a los atropellos oficiales y patronales.
Políticamente, la mayoría de la CGT ´reformadora´ parece abroquelada detrás de la candidatura de Axel Kicillof. Un viejo aliado de Sergio Massa, José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), lo expresó con una vieja fórmula: “Ni kukas ni comunistas, peronistas”. El legado de José Ignacio Rucci está más vivo que nunca. Kicillof y los jefes de la CGT coincidieron recientemente en su homenaje. Lo singular del caso es que la consigna la pilotea el ‘marxista’ y ‘soviético’ Kicillof , un “compañero” para Myriam Bregman. El ‘retorno’ del peronismo a sus ‘fuentes’ de derecha, lo encabeza su ‘izquierda’.
Por su parte, la deshilachada “Corriente Federal”, asociada a los K, quedó raleada de la conducción cegetista. Aunque tendrá representación en el Consejo Directivo, no lo integrarán sus popes. Sin embargo, Sergio Palazzo (Bancarios), en principio, tiene reservado un rol relevante en la discusión de la reforma laboral como ´articulador´ desde su banca en el Congreso. Plantea, a sabiendas que nadie lo toma en serio, que la jornada laboral se reduzca a seis horas. En el caso de la UOM, Abel Furlán -otro ‘federal’ que viene arrastrando los pies en una paritaria eterna de la rama siderúrgica- ha jugado un rol fundamental en el desmantelamiento del conflicto sindical más importante y desafiante de los últimos años –la rebelión de los trabajadores tercerizados de Ternium-.
El Congreso de la CGT que ha votado a esta nueva directiva no debatió nada en el recinto, pero la línea política está decidida: ‘acompañar’ a Milei y Caputo (y a Bessent y Trump) con un “pacto social” que sustente el “ajuste’ criminal contra la clase obrera.
Jacyn
09/11/2025

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