Este último medio informó que "la investigación se inició a partir de un informe remitido por el Federal Bureau of Investigation (FBI) de la Embajada de los EE.UU. en Buenos Aires a la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI)": El reporte "alertaba sobre la existencia de un usuario en una conocida red social de posteos y mensajería, quien había manifestado su intención de realizar un tiroteo en una institución escolar" (Página/12, ídem). Según Clarín, se trató de "una colaboración del FBI, que detectó el perfil del joven patrullando en la red social X", donde pudieron encontrar "posteos en los que amenazaba con cometer una masacre en el mes de noviembre" (Clarín 1/11).
Según se difunde en los medios públicos, el joven "expresaba su afinidad hacia contenidos de extrema derecha; reivindicaba al nazismo; y glorificaba a atacantes múltiples" (Clarín 1/11).
Es decir, es el tipo ideal de agresor quien es "detenido" por la intervención agraciada del FBI y de la policía de la fascistizante Bullrich.
A través de esta noticia sale al ruedo públicamente el accionar de la ciberpatrulla que se difunde como una herramienta eficaz para la prevención. Sin embargo, esto pone de relieve el funcionamiento de la pandilla de ciberpatrullaje, algo a lo que ningún medio hizo mención. Por el contrario, focalizaron el hecho sobre los conflictos escolares que habría tenido el joven buscando colocar el hostigamiento escolar en agenda.
La atomización de la clase obrera
La crisis de los trabajadores que se expresa en no encontrar los modos de darle un golpe al gobierno liberticida, tiene efectos en la vida cotidiana. La violencia no resulta el modo de una expresión social que busca nacer, sino que se ejerce desde el Estado para disciplinar y atemorizar. La violencia actúa como elemento de disgregación, con la finalidad de atomizar a los trabajadores en su conjunto.
De modo que se apunta a resolver los problemas sociales como disputas individuales. En Argentina se han incrementado los casos donde participan jóvenes que usan armas para dirimir los conflictos. Según Natasa Loizou (ex directora de la ANMaC -Agencia Nacional de Materiales Controlados en Argentina- que estaba encargada de regular la posesión, tenencia y transporte de armas de fuego y otros materiales controlados), "desde que Milei asumió la presidencia se registraron al menos 15 episodios a nivel federal de chicos que entraron armados a las escuelas" (La Nación, septiembre de 2025). Para ese momento no había ocurrido este episodio.
El discurso del poder político insta a resolver la conflictividad mediante agravios que pueden ir desde descalificaciones, adjetivaciones, lenguaje soez, pasando por la represión directa y también utilizando expresiones que invocan el aniquilamiento desde el "cárcel o bala" hasta el "matar zurdos"; "a los enemigos no se los convence, se los elimina. Y no vamos a parar hasta que el último de ellos desaparezca".
Es en esta diatriba que se suma el desprecio a la discapacidad y la represión sistemática a los jubilados que imparte el gobierno nacional. En definitiva, la política liberticida que tiene como ejemplo el accionar genocida que lleva adelante el ejército israelí en Gaza. No tiene reparo en las más mínimas consideraciones humanas.
La juventud, el malestar y la escuela
Esta cultura de agravios y amenazas se expande en la niñez y adolescencia y aparece como forma habilitada para resolver conflictos. El incremento de la ansiedad, la depresión e incluso la inseguridad son sentimientos que emergen en un contexto donde se apela a estimular el miedo y la amenaza como una constante.
En vez de desplegar políticas que abarquen ampliamente los problemas de la salud mental se promueve "la reducción de la edad mínima para comprar armas de 21 a 18 años y la flexibilización del acceso a semiautomáticas" (ídem, La Nación).
Pero esta política no ofrece solución, incluso la adquisición de armas, como símbolo de autoridad, seguridad y protección. Se convierte en el medio por el cual se abre paso rápidamente a la tragedia personal y familiar, que genera el régimen social capitalista.
En el ámbito educativo el gobierno nacional, a través de sus redes sociales, incentiva a los jóvenes para que denuncien a la docencia por adoctrinamiento mientras acompaña las modificaciones laborales y el cambio de diseños curriculares que realizan provincia de Buenos Aires y CABA.
Estás modificaciones colocan a la escuela en el centro de la escena donde la desintegración capitalista corroe las bases solidarias y vinculares entre las distintas generaciones, pero también entre pares. Todo lo cual apunta a la disgregación y atomización del núcleo donde se encuentran trabajadores de la educación y los hijos de trabajadores de diversas actividades.
Hablar de bullying sin señalar este contexto social y político en el que se desenvuelven nuestras vidas, conlleva a la promoción de protocolos y orientaciones represivas que penalizan el comportamiento de todos los miembros de la denominada "comunidad educativa". Frente a esto, los sindicatos docentes no muestran iniciativas para entrelazar a las familias y a los estudiantes con sus maestros y profesores.
Sobre los tiradores
Algunos estudios sobre las matanzas ejercidas por uno o dos individuos sobre colectivos sociales muestran que los agresores son predominantemente jóvenes del sexo masculino. Afirman que la formación personal manifiesta carencias, sufrimiento y desarraigo y consideran que han sido humillados. Sin embargo, otros estudios afirman que muchos de estos jóvenes, por el contrario, tienen disciplina, orden y puntualidad y que en sus hogares existe una sólida base de valores morales y de respeto. Esta compleja disparidad debería anular la búsqueda de condiciones específicas en los individuos que cometen estos hechos porque, en definitiva, una persona de bien, en determinadas condiciones, puede actuar como no se lo imaginaba.
Hace años Arendt evidenció cómo una persona que siempre cumplió con las normas morales y sociales fue el responsable de la deportación y del exterminio de los judíos en los campos de concentración nazi, comportamiento al que denominó la banalidad del mal.
En la película Monsieur Verdoux el protagonista (Chaplin), es un personaje que asesina por dinero, para obtenerlo primero se casa y luego asesina a sus víctimas para poder heredar. Cuando es capturado y llevado a juicio, en el estrado, el protagonista hace una brillante exposición sobre el cinismo de la Corte e incluso de la sociedad, que se espantan por el accionar de un individuo que asesina, pero, sin embargo, vitorea a dirigentes cuyas políticas llevan adelante la exclusión, la marginalidad, la estigmatización, la denigración y el asesinato masivo. "¿Acaso no es esta misma sociedad que produce armas que matan mujeres y niños inocentes de una manera científica? Como asesino de masas, no soy más que un simple aficionado" (Verdoux, Chaplin 1947).
Una perspectiva
Una política para erradicar estos modos de comportamiento debe poner a la luz la relación social que constituye la base por la cual el odio envenena a los pueblos y produce que el hombre explote a su par.
Los rasgos en la persona humana que lo hace obedecer, planificar, desear triunfar, celar, junto al lugar que ocupa en la estructura social constituyen características que conforman una personificación de relaciones sociales. Tiempos de aniquilamiento engendran sus representantes, pero también, engendran a quienes sepultarán a quienes oprimen a la humanidad. La tarea sigue planteada, fortalecer el desarrollo de una vanguardia obrera y socialista por la emancipación humana.
Andrés Soko
04/11/2025

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