domingo, 22 de mayo de 2022

“Nuestro Padre”: los hijos como flechas de Dios


Inseminación artificial y sectarismo religioso en un documental escalofriante.
 El documental aborda el caso del doctor Cline 

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes de que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” Jeremías 1:15 

 El documental “Nuestro Padre”, estrenado recientemente en Netflix, cuenta la historia de un médico ginecólogo estadounidense que utilizó a sus pacientes para su propia creencia religiosa: inseminarlas con su esperma, a través del engaño, y así poder cumplir con los pedidos de la secta religiosa a la que pertenece.
 A mediados de los años ´70, la inseminación artificial era una novedad de la técnica científica frente a la imposibilidad de la reproducción natural. El doctor Donald Cline se posicionaba como el mejor en el método, en el Estado de Indiana, aunque en la inseminación artificial a sus pacientes, utilizaba su propio esperma (y no el de médicos residentes, como decía) sin su consentimiento. El documental parte de la curiosidad de Jacoba, a quien poderosamente le llamó la atención su pelo rubio y ojos claros, dentro de una familia más bien morena. Si bien siempre supo sobre su concepción, quiso saber más: se hizo un test de ADN, que busca dentro del propio banco de datos de la empresa que los vende, y así aparecieron medios hermanos en los alrededores de donde vive. Así, en 2014, siete hermanos aparecieron sobre su pantalla. ¿Cómo podía ser esto posible, si el doctor había asegurado a sus padres que los donantes no se utilizaban más de tres veces (para evitar relaciones de cosanguinidad)?
 La búsqueda de la identidad real derivó en otra búsqueda: la búsqueda de la verdad. El “chiste” era que tal vez todos serían hijos del doctor, ya que eran hijos de inseminaciones y su gran parecido físico era llamativo. Los primeros siete hermanos encontrados pudieron acceder a información privilegiada: una tal Silvya, cargada en la base de datos, era prima del doctor Cline. Ahora el chiste era una verdad. 
 Siete hermanos iniciales que hoy se cuentan por más de 90, con la posibilidad de que sigan apareciendo: el día del estreno apareció otro. Pero el documental va un paso más allá: los actos cometidos por Cline, los engaños respecto de dónde provenía el esperma, no estaban tipificados dentro de las leyes norteamericanas. Si bien hubo un engaño, estafa o fraude, no se avanzó desde el Estado en las investigaciones pertinentes; y la presión fue a través de los medios televisivos, pero sólo como obstrucción a la Justicia y ocultamiento de evidencia por mentir cuando se le preguntó si había usado su semen en las inseminaciones, y dijo que no. Era imposible que se lo juzgue por aquello que había cometido hacía más de treinta años atrás: mala praxis, violación, abuso, trauma emocional o algún tipo de delito sexual, aunque sus hijas/víctimas lo desearan y exigieran. El resultado del fallo fue una multa de $500 dólares y una jueza al borde de las lágrimas, habiendo generado total empatía con el médico “ciudadano ejemplar”. 

 La secta

 El doctor tenía un leit motiv: la pertenencia a una secta religiosa llamada Quiverfull. El movimiento Quiverfull es una filosofía de base cristiana sostenida por algunas parejas que consideran que las familias numerosas son bendiciones de Dios. Por lo tanto, predica la procreación y la abstención de la esterilización y el control de la natalidad. Todos sus miembros tienen una crianza y educación orientada a ocupar cargos de implicancia social. 
 La cita utilizada al comienzo de la nota es una cita que emplea el movimiento y que, inclusive, con un grado de perversión, el mismo doctor/padre se la dijo a Jacoba. La metáfora Quiverfull describe a los niños como armas, o flechas, que se utilizan para difundir sus valores, que los creyentes ven como «salvar el mundo». “Pensar que (lo) quería hacer de sus hijos es este ‘clan ario perfecto’… es repugnante”, dice Jacoba.

 El Estado y las Iglesias

 El fallo contra el doctor es una muestra de la incidencia que tienen las iglesias dentro del Estado, de la influencia de las posiciones sociales que logra el fundamentalismo religioso; algunos miembros del movimiento Quiverfull comparten creencias con los supremacistas blancos, que temen desaparecer superados en número por otras etnias. 
 Estos sectores reaccionarios buscan respaldo a partir de una prédica cuasi religiosa. Figuras como Javier Milei, entre el show, lo bizarro, lo misógino, pero ante todo: su pertenencia al sector antiderechos; o Amalia Granata, una persona sin ningún tipo de formación, salvo estar bancada por la religión. A los grupos antiderechos, como los “provida”, o quienes se oponen a la aplicación de la Educación Sexual Integral en las escuelas públicas, los enfrentamos con las enormes movilizaciones masivas, como la de la marea verde que conquistó la ley por el aborto legal, seguro y gratuito, a pesar de la gran cantidad de legisladores representantes de diferentes cultos religiosos. Iglesia y Estado, asuntos separados. 

 Julieta Rusconi

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