sábado, 11 de mayo de 2013

Lorenzino, Kicillof y devaluación, ¿desfachatez o ignorancia?

En su presentación del día de ayer ante en Senado, el equipo económico -Hernán Lorenzino, ministro de Economía, Axel Kicillof, viceministro, Guillermo Moreno, secretario de Comercio Exterior, Mercedes Marcó del Pont, presidenta del Banco Central y Ricardo Echegaray, jefe de la AFIP- dejaron en claro, una y otra vez, que el Gobierno K es enemigo de las devaluaciones. “No hay razones para que el Gobierno piense en devaluar”, dijo Lorenzino. Y el doctor Kicillof se explayó largamente sobre el tema. Durante más de 40 minutos disertó acerca de los males que históricamente provocaron las devaluaciones. Así, explicó que generan inflación y recesión, aumentan el desempleo, disminuyen el poder adquisitivo de los argentinos, para concluir que actualmente, devaluar “sería la salida para un problema que no existe”. Todo esto condimentado con las condenas a la macroeconomía de los manuales, que ya son un “clásico” en “heterodoxia” (acerca lo que pienso de esta “heterodoxia”. (1)
Pues bien, el argumento de Kicillof invisibiliza las cuestiones fundamentales implicadas en las devaluaciones. Es que la devaluación ha sido siempre un medio para bajar salarios (esto es, para provocar una redistribución regresiva del ingreso). Por eso, ha sido empleada por gobiernos capitalistas de diferentes orientaciones. Esto es, no sólo por la “ortodoxia neoliberal” (digamos, al estilo Frondizi o Krieger Vasena, bajo Onganía), sino también por el “movimiento nacional y popular”. En particular, la devaluación de 2001-2 ocurrió bajo el gobierno de Duhalde, y fue apoyada por casi todo el espectro político, incluyendo a los Kirchner y a muchos otros funcionarios del actual gobierno, y destacados representantes del “pensamiento nacional”. Y esa devaluación fue clave para la recuperación del ciclo de negocios en Argentina (esto es, la salida de la crisis no se produjo por vía “progresista”, sino vía aumento de la explotación del trabajo). Por supuesto, prudente para con sus mandantes, el doctor Kicillof pasó por alto esta pequeña circunstancia.
Pero además, en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, el banco central intervenía en el mercado para evitar la apreciación del peso. De nuevo, el doctor Kicillof se “olvidó” de aquellos años de alabanzas al peso depreciado. Por entonces el discurso dominante elogiaba el “modelo de crecimiento basado en el tipo de cambio alto” (esto es, en la moneda devaluada en términos reales), al que se concebía como la antítesis del “modelo neoliberal de los 90”, de moneda apreciada en términos reales. Por entonces parece que la receta del “manual de macro ortodoxa” era la apreciación del peso, y la “heterodoxia” era moneda devaluada. Con moneda devaluada, más superávit fiscal, se nos decía, se superarían el atraso y la dependencia del capitalismo argentino. En otras notas he discutido las debilidades y contradicciones que encerraba esto, y no tengo que volver a esto aquí. Lo que destaco ahora es que el cuento que cuenta Kicillof se cae por los cuatro costados.

¿Quién devalúa?

Según Moreno, Kicillof, Marcó del Pont y Lorenzino, la inflación en Argentina es la que dice el Indec. También dicen que el Gobierno no devalúa. Entonces, vamos a los números para ver qué hay de cierto.
La realidad es que entre diciembre de 2007 y marzo de 2013 la inflación, fue del 59% (Indec). En ese lapso la devaluación fue del 64,5%. Entre enero de 2012 y enero de 2013 la inflación fue del 11% (Indec); en mismo período el tipo de cambio oficial aumentó 13%. En los tres primeros meses de 2013 la suba acumulada de precios fue del 2,4% (Indec), en tanto la devaluación del peso fue del 3,8%. Esto significa que el ritmo de devaluación, bajo el gobierno de Cristina Kirchner, se ubicó por encima de la tasa de inflación (calculada según el Indec, que los funcionarios dicen que es la única válida). Hubo entonces, según los datos proporcionados por el equipo económico, una depreciación real de la moneda (y esto sin tomar en cuenta la inflación externa), impulsada por el mismo equipo económico que está diciendo que no impulsa la devaluación porque genera bajas de salarios e inflación.
Además, el ritmo de inflación se está acelerando, ya que se ubica en el 16% anual (tomando como referencia el primer trimestre). Esto cuando la inflación proyectada por el Gobierno (en el cálculo del presupuesto) es del 10,8%. ¿Cómo están diciendo entonces que no devalúan? Además, si no hay que devaluar para solucionar un problema “que no existe”, ¿por qué se devalúa? Y si no devalúan, ¿por qué el tipo de cambio manejado por el Central pasó de menos de $2,90 en enero de 2005 a $5,23 en la actualidad? (casi 80% de devaluación). La conclusión: o están mintiendo desfachatadamente, o no saben hacer las cuentas.

Nota:

1) http://rolandoastarita.wordpress.com/2012/04/04/yo-no-soy-heterodoxo

Rolando Astarita

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