jueves, 7 de diciembre de 2023

Milei y los Lubavitch, o el oscurantismo religioso de los hombres de negocios


Una rama del judaísmo ultraortodoxo que congrega a magnates en Argentina y el mundo. 

 Llamó mucho la atención que Milei se haya ido a celebrar su triunfo en el balotaje a la tumba del Rebe de Lubavitch en Nueva York. Lo presentó como una parada espiritual y de inspiración a título personal, pero es en realidad toda una señal política. Jabad Lubavitch no es solo una corriente ortodoxa ultraderechista del judaísmo, sino que además es particularmente la que congrega a grandes capitalistas, tanto en Argentina como en el resto del mundo. ¿Qué podemos decir de estos vínculos con el oscurantismo? 
 Esta rama del jasidismo que habría surgido allá por el siglo XIX cobró fuerte impulso desde mediados del siglo pasado, a partir de la radicación de Menachem Mendel Schneerson -el mencionado Rebe– en la colectividad judía neoyorquina, desde donde coordinó la apertura de centros de Jabad a lo largo y ancho del globo. Para hacerla corta, basta mencionar que Donald Trump cultivó relaciones con la organización y la recibió en un acto oficial nada menos que en la Casa Blanca en 2018, además de que su hija Ivanka y su yerno son practicantes. El poderoso banquero David Rothschild es otro adherente activo. Cruzando el pacífico, entre los destacados financistas de los Lubavitch figuraban los oligarcas rusos Lev Leviev y Roman Abramovich, laderos de Putin y exsocios de negocios de la familia Trump hasta el estallido de la guerra en Ucrania. Este es el entorno en que se mueven.
 En Argentina la tónica es la misma, tanto política como socialmente. Su acercamiento a estos ultraortodoxos judíos allanó a Milei el vínculo con importantes empresarios. Entre ellos uno de los más prominentes es Eduardo Elztain, quien según reseña el libro Los lubavitch en la Argentina, de Alejandro Soifer, dona el 10% de cada negocio que hace a Jabad y desde hace un cuarto de siglo organiza anualmente un seder de Pesar en el Hotel Llao Llao de Bariloche para reunir a grandes aportistas del mundo de los negocios. Digamos que recursos no le faltan a esta organización ultraortodoxa.
 Elsztain, de Cresud y el grupo Irsa, es el dueño de los shoppings porteños y de casi todos los megaemprendimientos inmobiliarios que destruyen los espacios verdes públicos de la ciudad, además de ser propietario de casi un millón de hectáreas en el país y poseer el Banco Hipotecario, entre otros kioscos. Es uno de esos magnates que construyen su incontable fortuna gracias a su sociedad con el Estado. Según cuentan, fue él quien arrimó a otros ricachones como el conocido financista rosarino Miguel Rosental, o Daniel Sielecki que es socio de Hugo Sigman en el laboratorio Elea -y poseedor de una de las mayores colecciones de autos de lujo. Son de la partida otros como Gerardo Werthein (quien puso su avión privado para el viaje de Milei a Estados Unidos), miembro de la familia dueña del Banco Patagonia y de más de 100.000 hectáreas en la Argentina; sería quien desembarque como embajador en Washington.
 Con este círculo social, no hay mucho misterio de cuáles son los intereses que guían a esta ultraortodoxia judía. De hecho, también es de la partida el consultor de especuladores financieros Darío Epstein, uno de los lobbistas del ajuste del presidente electo. Es organizador del Latam Economic Forum, donde Milei se fotografió con Tzvi Grunblatt, director de Jabad Lubavitch en Argentina desde hace décadas. No por casualidad un año antes el invitado estrella del foro había sido el peronista Juan Manzur, otro activo agente del sionismo en nuestro país -que viajó a Israel y firmó convenios en su breve paso por la Jefatura de Gabinete. 
 Para su “asesoría espiritual” Milei concurre a la sinagoga que comanda el rabino Wahnish en Plaza Serrano, en el corazón del barrio porteño de Palermo. Habría llegado allí tras un encuentro organizado por Tomás Pener, director del movimiento juvenil Betar en Argentina, un grupo sionista creado por un discípulo de Mussolini y de posiciones políticas facistas. Pener es un asiduo concurrente a los actos de La Libertad Avanza, y explica la vinculación política afirmando que “muchos jóvenes no se podían expresar por el crecimiento de las causas progresistas y nosotros revivimos un espacio para que puedan hablar”, y agrega que “la ideología de género no va más” (Perfil, 29/11). 
 Este movimiento del ala más derechista del sionismo atacó recientemente a la izquierda y al Partido Obrero en particular por solidarizarse con el pueblo palestino, en sintonía con la campaña de la Daia de tildar de antisemita toda crítica al genocidio que perpetra el Estado de Israel. Sobra aclarar que a estos fachos no les preocupa en absoluto la discriminación hacia los judíos, sino simplemente utilizar el antisemitismo como carta para censurar a la izquierda y amordazar a las voces críticas en la propia colectividad (cruzaron en Twitter a la agrupación Judíes por Palestina); cuando se trata de las expresiones antijudías de “libertarios” y de la integración de neonazis en las filas del armado político de Milei consideran que “no nos parece bien, pero pasa en todos los partidos” (ídem). Esta escoria rodea al flamante mandatario.
 Estos son los intereses comunes de los nuevos ajustadores y los Jabad Lubavitch, de la misma manera que va integrando en diferentes cargos a los ultramontanos de otros palos, como al opus dei Tomás De La Torre en Desarrollo Social o al clerical anti educación sexual Carlos Torrendel en Educación. Más que libertarios son los religiosos más retrógados, cuyo oscurantismo sirve a la clase capitalista para dar una cobertura ideológica a la represión y la ofensiva contra los trabajadores. Parece que los únicos laicistas consecuentes somos los socialistas. 

 Iván Hirsch

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