domingo, 10 de diciembre de 2023

La escalada de Venezuela contra Guyana


La escalada de Venezuela contra Guyana

 La semana pasada, el presidente venezolano Nicolás Maduro movilizó tropas del Ejército a una ciudad cercana a los límites del Esequibo, una zona que reclama al país vecino de Guyana. El ministro de Defensa venezolano, Vladimiro Padrino López, amenazó: “estamos listos para defender [el Esequibo] hasta la última gota de sangre y sudor”. Del otro lado de la frontera, el presidente guyanés Irfaan Ali respondió que “las Fuerzas de Defensa de Guyana están en alerta máxima”. En estos días, una delegación militar estadounidense visitó el país para discutir “procesos para mejorar la preparación militar y las capacidades de ambos países para responder a amenazas a la seguridad”, según difundió la embajada en Georgetown (capital guyana). Brasil, que tiene límites fronterizos en el norte con ambos países, ordenó “promover una mayor presencia militar” en la zona. 
 Venezuela amenaza recuperar por la fuerza una provincia por la que viene litigando desde 1899. Se trata de 160.000 kilómetros cuadrados que representan tres cuartas partes del territorio de Guyana y contiene la mayor parte de sus riquezas. Guyana posee mayores reservas petrolíferas que Kuwait y su PBI viene experimentando un crecimiento sideral – 29% el año pasado. El gobierno de Maduro realizó recientemente un referéndum por esta disputa: afirma que votaron 10 millones de personas y que más del 90% se pronunció por la anexión. Otros observadores desmienten ese nivel de participación. 

 Amenaza de guerra

 El Financial Times asegura que “cualquier conflicto militar en la región montañosa y selvática del Esequibo favorecería enormemente a Venezuela, cuyas fuerzas armadas equipadas por Rusia superan con creces en número y armamento a las diminutas fuerzas de defensa de Guyana”. Pero un analista del mismo medio explica que esa ventaja se vería totalmente eclipsada porque “Estados Unidos y Brasil rápidamente acudirían en defensa de la pequeña nación con ayuda militar”. Otros medios extienden ese apoyo al Reino Unido, al grupo Caricom (comunidad de Estados del Caribe), e incluso a Cuba y China. 
 Para el británico The Economist, una invasión de Venezuela sería “un suicidio militar”. Las razones, sin embargo, no serían sólo militares: la operación requeriría “un financiamiento ausente” e implicaría, por otro lado, el aislamiento total de Venezuela. “Una invasión real cerraría la puerta a nuevas negociaciones con Estados Unidos y obligaría a la administración Biden a volver a imponer sanciones al sector petrolero”.
 La prensa mundial se ha inclinado a caracterizar la amenaza venezolana como un operativo de distracción. El referéndum por la recuperación del Esequibo fue lanzado al día siguiente de que la oposición celebrara comicios internos para unificar la candidatura, luego de años de división, para las elecciones presidenciales que deberían realizarse el próximo año. Tanto las fuerzas políticas que participaron en esa elección como los observadores internacionales aseguraron que se trató de un éxito rotundo, con una participación de 2,4 millones de electores, y consagró a María Corina Machado con el 95% de los votos. El imperialismo lo consideró un duro golpe para el gobierno de Venezuela. De cumplirse el acuerdo de Barbados que Maduro selló con la oposición, el oficialismo debería fijar la fecha de las elecciones presidenciales para 2024 y habilitar a Machado para la disputa. 

 Crisis interna 

Algunos analistas especulan que el operativo Guyana serviría de pretexto para suspender las elecciones presidenciales. Otros afirman que se pondrá en marcha una intensa campaña de agitación nacionalista, como la que rodeó al referéndum. La comparación de la situación venezolana más repetida en estos días fue con la de Argentina en 1982, cuando el gobierno de Leopoldo Galtieri ocupó Malvinas en un intento desesperado por sostener una dictadura militar que se derrumbaba. 
 El referéndum habría funcionado, en sí mismo, como una prueba piloto para sondear la propia “capacidad del gobierno para involucrar a su maquinaria política y movilizar a los votantes”. En esos términos, habría fracasado. Por otra parte, ha levantado una bandera que constituye un desafío para la oposición derechista. Ésta se ha declarado favorable al reclamo por el Esequibo, aunque ha rechazado la realización del referéndum. El jefe opositor Gerardo Blyde denunció al secretario de la OEA por su parcialidad en el asunto a favor del Guyana y aseguró que “el Esequibo es un asunto de Estado que nos involucra a todos los venezolanos más allá de quien ejerza el poder”. Sin embargo, otro sector de la oposición recordó que la renuncia al reclamo de la soberanía sobre el Esequibo partió del gobierno del mismísimo Hugo Chávez, incluso por influencia de Fidel Castro. En su época de diputada, Machado había pedido la interpelación al entonces canciller Nicolás Maduro debido a que el gobierno guyano decía que había notificado a Venezuela que ampliaría su plataforma continental, sin que el gobierno tomara medidas al respecto. 
 La situación se mantuvo inalterable hasta que en el año 2015 el gigante petrolero norteamericano ExxonMobil realizó una serie de descubrimientos masivos frente a la costa de Guyana, algunos de los cuales se encuentran en aguas que Venezuela reclama. Hoy operan en ese territorio las principales petroleras occidentales. Ahora, Machado asegura que el referendo pone en riesgo la defensa de Venezuela en la Corte Interamericana de Justicia (CIJ) de la ONU. Ese tribunal ordenó al gobierno venezolano abstenerse de “tomar cualquier acción” que altere el status quo de la región del Esequibo. 
 Maduro anunció la creación de una nueva provincia en el territorio del conflicto y nombró como autoridad provisoria al mayor general Alexis Rodríguez Cabello, diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), quien operará desde Tumeremo, a 100 kilómetros de el Esequibo. Además de la movilización militar, el chavismo ordenó levantar un mapa de exploración y explotación de los recursos petroleros y propuso al Parlamento la redacción de una ley que prohíba las concesiones petroleras entregadas por Guyana. “Les damos tres meses a las empresas que están explotando recursos ahí sin permiso de Venezuela que se pongan a derecho”, aseguró Maduro. 

 Escalada 

El gobierno madurista ha aprovechado el clima belicista para emitir órdenes de captura contra dirigentes opositores y ex funcionarios chavistas. El fiscal Tarek William Saab denunció una conspiración de la petrolera Exxon Mobile para sabotear el referéndum. “Entre los señalados hay varios colaboradores cercanos de la candidata unitaria de la oposición María Corina Machado como Henry Alviárez, coordinador nacional de su partido Vente Venezuela, Claudia Macero, encargada de las comunicaciones, Roberto Abdul, Pedro Urruchutu, David Smolanksy y Yon Goicochea. En la lista también se incluyó a los principales enemigos del gobierno en las redes sociales, los ex ministros de Comunicaciones y Turismo de Chávez y Maduro, Andrés Izarra, Energía y Petróleo y expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez, que estos días han enfilado en contra del madurismo” (Clarín, ídem). 
 El ministro de Defensa venezolano, Vladímir Padrino López, aclaró, sin embargo, que la disputa fronteriza “no es una guerra, por ahora”. Bharrat Jagdeo, vicepresidente de Guyana, dijo que no cree que el gobierno venezolano se lance a una guerra, pero que “tenemos que estar muy atentos (…) porque el liderazgo venezolano se ha mostrado muy impredecible”. 
 El Financial Times (01/11), en una nota del consejo editorial, sostiene que “la apuesta de Biden por Venezuela ha fracasado” y reclama que “a menos que Maduro cambie de rumbo antes de la fecha límite de finales de noviembre, Estados Unidos debería restituir las sanciones a Venezuela, a pesar de las posibles consecuencias para el mercado petrolero (donde se cuestiona la capacidad de Venezuela para aumentar rápidamente la producción) y el flujo de refugiados. No hacerlo dañaría gravemente la credibilidad de Washington como defensor de los derechos humanos y la democracia. También sería una traición al derecho de Machado a luchar en las elecciones y a la valiente (y cada vez más asediada) oposición democrática del país”. 

 El Be
 07/12/2023

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