domingo, 15 de agosto de 2021

Del Frente de Todos al gobierno de ninguno

Las consecuencias políticas de la festichola de Olivos. El escándalo de las fotos de Olivos ha derrumbado definitivamente las pretensiones de una elección de medio término rutinaria y tranquila, sólo dirigida a la renovación parcial de los parlamentos. Si la inscripción de listas había destapado las fracturas múltiples del macrismo, la revelación de la festichola de Olivos colocó al gobierno de FF en estado de dislocación. El presidente de Todos ha pasado a ser el de “ninguno”, después de ser denostado en el curso de horas, entre otros, por La Cámpora, el cristinismo, Victor Hugo Morales y la candidata Tolosa Paz, que no podría seguir haciendo campaña sin tomar distancia de su “referente”. Después de las disculpas de Fernández, se ha abierto otra crisis, pues el jefe del gobierno ´feminista´ no tuvo mejor idea que echarle el fardo de la fiesta a la ´querida Fabiola´, en este caso, siguiendo el consejo de un antiguo gambeteador de responsabilidades políticas, Aníbal Fernández. 
 En cualquier caso, la festichola terminó de exponer una fractura que ya se insinuaba, por ejemplo, en los choques sobre la política ´asistencial´, en medio de una crisis social y pauperización del alcance histórico; en la fractura del oficialismo en Santa Fe y en varias otras provincias estratégicas, y, finalmente, en el agravamiento de la crisis financiera del Estado. En las últimas semanas, el gobierno tuvo dificultades para renovar el pretendido mercado de “deuda en pesos” –es que la burguesía se dolariza plenamente, a la espera del acuerdo con el FMI. A la salida de las elecciones, el naipe que unifica todas las grietas -comenzando por las del oficialismo- es la firma con el FMI. Pero ese acuerdo, que exigirá una nueva y brutal vuelta de tuerca contra las masas -reforma laboral, reforma previsional- tendrá que ser piloteado por un gobierno golpeado y dividido. Alberto Fernández gobernaba por su capacidad de articular a la coalición improvisada de massistas, kirchneristas y otros. Pero ese intento de arbitraje se ha convertido ahora en un juego de suma cero. La festichola es sólo la superficie del problema: detrás de la foto de Olivos, hay un régimen agotado, que tiene por delante otro ajuste sobre un pueblo que no tolera más ajustes. 

 Todas las festicholas 

La festichola es ilustrativa de otra cuestión, a saber, la completa falta de convicción con la cual el trío Alberto-Kicillof-Larreta encaró la cuarentena. La fiesta de Fabiola es la postal de los presencialistas, es decir, de los que abrieron la actividad económica cuando los contagios se encontraban en pleno desarrollo. Actuaron bajo la presión monumental del capital que exigía la apertura de fábricas y comercios – esenciales y no esenciales. Fernández señala que Olivos era un “mundo de gente” que ingresaba a visitarlo. Se refiere a los lobbies y cúpulas patronales que reclamaban volver a poner en marcha la rueda de la generación de beneficios. El ágape de Olivos también es expresión de otra festichola: mientras los precarizados y desocupados pasaban la cuarentena percibiendo un IFE de 10.000 pesos cada dos meses, la banca financiaba la “emergencia pandémica” ganando un 40% anual a través de las Leliqs. Y el 70% de esa asistencia se dirigía a diferentes tipos de subsidio a los capitalistas. Así, las grandes empresas se dolarizaron con los recursos provistos por el Estado. Mientras tanto, jubilados y trabajadores eran compulsivamente desindexados. Fue la festichola de los Fernández, sí; pero también de los Macri, los bancos, las cerealeras – es decir, los intereses sociales que se reparten a los dos lados de la grieta. Para la derecha, la revelación de Olivos es una coartada para golpear cualquier política de confinamiento o preservación de la población – presente o futura. Ayer, la atacaba en nombre de la “libertad”, hoy, invocando a la corruptela oficial. 

 El diablo y los detalles 

Como ha ocurrido con otras crisis, esta también se ha filtrado por los ´detalles´. Una foto simboliza, en definitiva, al régimen que se ha servido de la pandemia para consumar una confiscación social en regla. La derecha especula con inclinar la balanza electoral a partir de este escándalo, aunque juega con fuego. Un revés electoral del gobierno no sólo golpearía su posición parlamentaria, sino que podría desatar una crisis política de mayor alcance. Ha entrado en discusión, en definitiva, cuál es el bloque de fuerzas y la clase de gobierno que deberá firmar el acuerdo con el FMI. El futuro de Alberto también divide a la oposición, pues los “duros” se han subido al carro del juicio político, mientras que Lousteau lo quiere arreglar con una pena de trabajos comunitarios, para que la sangre no llegue al río. 
 El impacto del ´Olivosgate´ sobre la campaña de las PASO deberá verificarse en los próximos días. Para nosotros, Política Obrera, el dislocamiento de los de arriba es una oportunidad para redoblar la agitación por las urgentes reivindicaciones de los de abajo – que deben ser contrapuestas al banquete permanente del gran capital y sus gobiernos. Para después de las elecciones, los de la grieta preparan la mayor festichola de todas, que es el acuerdo con el FMI. A sabiendas de ello, la gran patronal ha comenzado a redactar la agenda del acuerdo: la UIA acaba de presentarle al gobierno un proyecto para eliminar la indemnización por despido. 
 Hay que votar a Política Obrera para colocar con fuerza la oposición a ese arreglo colonial y la defensa del salario, las jubilaciones y el derecho al trabajo. 

 Marcelo Ramal 
 15/08/2021

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