viernes, 13 de diciembre de 2019

Kicillof en el Titanic



El discurso del nuevo gobernador de la Provincia de Buenos Aires confirmó la situación de quebranto generalizado en las cuentas provinciales. Kicillof no sólo hizo mención a la impagable deuda en dólares, sino también a la incapacidad de pago inmediata a los proveedores e incluso de los salarios de los trabajadores del Estado provincial. Es lo que explicaron en detalle los candidatos del Partido Obrero y el Frente de Izquierda durante la campaña electoral.
Como era de esperar, acusó al gobierno de Vidal de llevar la deuda a más de 11.000 millones de dólares. Si bien Kicillof reconoció que “muchos problemas venían de antes”, omitió que de ese endeudamiento unos 9.000 millones de dólares fueron emitidos bajo el gobierno de su “compañero” Daniel Scioli. El discurso de asunción de hoy, además de abrir el paraguas ante lo que se viene, buscó ocultar tras el fracaso de Vidal la situación que dejaron quienes la antecedieron en los sucesivos gobiernos provinciales. Ni la crisis de la provincia ni los padecimientos de los trabajadores comenzaron hace 4 años.
El hecho de que el 80% de la deuda provincial esté nominado en dólares es explosivo, porque la provincia recauda en pesos y esos billetes verdes solo pueden salir de las reservas del Banco Central. El lastre del FMI sobre la economía nacional, con el cual ni Fernández ni Kicillof se proponen romper, condena también a la provincia.
La descripción de esta situación “extremadamente delicada” apuntaba a justificar el pedido abierto a “las y los bonaerenses” para que “acompañen al gobierno en el lento proceso de reconstrucción de la provincia”, un llamado a postergar toda perspectiva de organizarse para reclamar por sus necesidades. En otras palabras, el nuevo gobierno provincial condicionará la atención de las necesidades sociales elementales a las garantías que exigirán los acreedores de la deuda provincial, que al igual que la del Estado nacional está siendo renegociada. La crítica al “industricidio” cometido por Macri y Vidal en favor del “modelo de valorización financiera” no llevó al keinesiano Kicillof a rechazar el pago de ese negociado fenomenal. Por lo demás, sus felicitaciones a los empresarios “que no bajaron las persianas” encubren que en enorme medida éstos se valieron del cuadro de recesión para achicar personal y arremeter contra las conquistas obreras.
El gobernador también señaló la “pérdida de autonomía” de la provincia respecto de sus recursos, y criticó a Vidal por haberse allanado al Pacto Fiscal de Macri, que, entre otras, tuvo como consecuencia el traspaso a las exiguas arcas provinciales de los subsidios millonarios a las privatizadas de la electricidad y el transporte. Esta medida tomada tras el acuerdo con el FMI, fue reclamada por los gobernadores pejotistas del interior para lubricar la firma de ese infame Pacto Fiscal del ajuste. La “pérdida de autonomía” indica que Kicillof dependerá de los recursos del Estado nacional para intentar mantener a flote una provincia que se hunde, pero más temprano que tarde se chocará con el quebranto de esas arcas y con un Alberto Fernández que también le pide al pueblo trabajador nuevos esfuerzos para “ordenar las cuentas” y rescatar la deuda.
Tanto Kicillof como Fernández coincidieron en convocar a la “unidad de todos los sectores”, entre industriales, capitalistas del campo, empresarios “pymes” y trabajadores –que fueron presentados como víctimas por igual de la gestión saliente. Sin embargo, el flamante gobernador anunció que presentará un plan con beneficios impositivos y crediticios a los capitalistas, mientras que a los trabajadores les solicitó mayores esfuerzos sin mencionar siquiera la intención de otorgar un aumento salarial. En ningún pasaje de su discurso habló de rebajar los impuestos que gravan a las familias laboriosas, ni de un plan de viviendas populares frente a los millones de bonaerenses que no tienen acceso a la vivienda propia. Más allá de la verborragia “popular”, las verdaderas reivindicaciones populares han quedado al margen de los planes inmediatos de la nueva gobernación.
Kicillof también se refirió al aumento del delito en la provincia y la sobrepoblación carcelaria, sólo para ofrecer como salida un mayor presupuesto para la Maldita Policía. Nada de tocar a las cabezas del crimen organizado, encaramadas en toda la estructura de la Bonaerense. Por el contrario, la designación de Berni en Seguridad para ensayar un reforzamiento represivo vendrá de la mano del sostenimiento de los altos mandos que oficiaron con Ritondo. La elección de Berni, que fuera la cabeza del espionaje y las represiones a los trabajadores durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, sugiere que el nuevo gobierno prevé que se avecinan fuertes choques sociales. Berni es sinónimo de Gendarmería en el control social y el espionaje político. El slogan es “con todos” incluye a represores de este calibre.
Merece una mención especial el homenaje de Kicillof a Sandra y Rubén, víctimas de la explosión de la Escuela 49 de Moreno. La corriente política a la cual pertenece rechazó apoyar el juicio político a Vidal pedido por la banca del Partido Obrero y el Frente de Izquierda en la Legislatura, es decir que colaboró a la estrategia de la gobernadora saliente de deslindarse de su responsabilidad por haber vaciado las dependencias que se ocupaban del mantenimiento de las escuelas, y hasta haber intervenido el propio Consejo Escolar de Moreno sin responder a los incesantes reclamos de la comunidad educativa. Esta absolución de los bloques peronistas a Vidal es también un autoencubrimiento, ya que la situación de decadencia de la infraestructura de las escuelas en toda la provincia lleva décadas.
El nuevo gobernador enfrenta de inmediato una encrucijada. Saldar la “deuda con el pueblo” es incompatible con nuevos beneficios a las patronales y el pago a los usureros tenedores de la deuda. Recorreremos esta experiencia señalando la necesidad de romper con los usureros para resolver los problemas acuciantes de los trabajadores, la investigación y no pago de la deuda, establecer impuestos progresivos a la renta agraria y a las grandes fortunas de la provincia, la reapertura de toda fábrica que cierre o despida masivamente bajo control de sus trabajadores, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar.

Juan Pablo Rodríguez

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