domingo, 8 de diciembre de 2019

Amalia Granata no es nada



Peronistas, radicales y socialistas: cómplices y socios de la reacción clerical

Amalia Granata asumió como diputada provincial de Santa Fe, luego de romper su bloque “Unite por la familia y la vida”. Una incongruencia más de una persona que ha hecho del cinismo bandera, explotando la fama que ganó como estrella porno para convertirse en la más fiel predicadora de la moralina de las iglesias para hacerse con una banca. Con una actitud temeraria y montada en la reacción celeste amagó en la jura un saludo nazi, reforzando todo el contenido fachista que tiene su investidura.
Luego de las denuncias de la hija de Andrea Del Boca sobre hechos de abuso sufridos en la infancia por ella de parte de Granata y su ex pareja, padre de la entonces niña, se especuló con que los sectores católicos y evangelistas fueron quienes rompieron el espacio por esa causa, algo que ellos mismos desmintieron haciendo un llamado a funcionar como interbloque. Después de todo, la cuestión de los abusos sexuales no es un tema que parta aguas en las iglesias.
Walter Ghione, el pastor evangélico y diputado electo que oficia de vocero del bloque clerical (que también integran un profesor de teología y un abogado católico) se encargó de aclarar que la ruptura la propició Granata para irse con el PRO. Como prueba del acercamiento político, están los tuits de la diputada junto a Macri y uno de sus laderos rosarinos, Roy López Molina.
La reciente ruptura del bloque de Cambiemos en el Concejo Deliberante de Rosario es parte de estos realineamientos. Molina viene de romper con el sector tradicional para asegurarse un cargo como vicepresidente primero del Concejo, en una alianza escandalosa donde todos los bloques políticos –incluida Ciudad Futura- le cedieron la presidencia del Concejo a la UCR/Progresista que responde al intendente electo, Pablo Javkin, a cambio de un cargo. El PJ obtuvo la otra vicepresidencia.
Con la transición, se abrió el mercado de pases.

Mascarón de proa

Granata sirvió como mascarón de proa del conglomerado fascistizante “celeste”, un armado que tiene arraigo y antecedente político de años en Rosario y Santa Fe, como lo expresan el veterinario Carlos Cossia y Walter Ghione, este último competidor en las internas de “Unite” contra Amalia Granata en 2017. Frente al ascenso del movimiento de lucha de las mujeres no es extraño que hayan elegido a esta mujer para darle vuelo a un conglomerado que se había mostrado impotente: el facho de La Nación Mariano Obarrio, hizo un llamado público en ese diario para que “la derecha se una como en Santa Fe”.
Sabedora del capital propio que aporta a un armado de carcamanes, ahora Granata se despega invocando una supuesta ruptura de sus compañeros de lista con la causa del aborto clandestino, un ardid para justificar su negativa a aceptar el “techo de cristal” que le imponían quienes tienen la sartén por el mango en Unite, los varones de las iglesias católicas y evangelistas.
Golpeará en común contra la ESI y las demandas de las mujeres, para luego tributar al PRO o a cualquier bloque político que le convenga a su carrerismo personal, la “marca de agua” de Granata.

Las iglesias para la contención social capitalista

Mucho se habla de las porquerías de Granata, pero poco o nada de los lazos que los gobiernos han anudando durante estos años con las iglesias para que gestionen la asistencia social.
En un reciente acto en el teatro La Comedia, donde participaron 500 pastores de Rosario, el pastor y ahora diputado Ghione informó que en la ciudad “funcionan 700 iglesias que realizan asistencia social" de las cuales "490 están cargadas en la plataforma digital REDeS (Red Evangélica de Desarrollo Social)” una base de datos informática donde tienen sistematizada la información de todas las familias que reciben esa asistencia que paga el Estado y ellas distribuyen, con sus fines y métodos. No contamos sin embargo con ningún informe oficial que cuantifique los montos de los subsidios que reciben las iglesias evangelistas y católicas, no sólo en calidad de sueldos, pago de impuestos, exenciones impositivas y cesión de terrenos y edificios, sino también por la tercerización de toda la asistencia social, sumada a los subsidios a la educación y la salud, en manos de instituciones de corte confesional.
En ese acto, los pastores plantearon extender el modelo de Rosario a escala de toda la provincia. Lejos de una proclamación unilateral, participaron del evento funcionarios del gobierno saliente de Mónica Fein (PS) y de los entrantes: “el próximo secretario de Desarrollo Social de la Municipalidad de Rosario, Nicolás Gianelloni y Cristian Gondolo, concejal de San Genaro y miembro del equipo de Danilo Capitani, próximo ministro de Desarrollo Social de Omar Perotti, si no media ninguna sorpresa” (La Política Online, 24/11).
Es decir, que pese al cambio de gestión no se modificará la tercerización de la asistencia alimentaria, sanitaria, cultural, a la infancia y la juventud en las iglesias, sino que buscarán generalizarla. En esta tecerización, se monta el poderío territorial y electoral que les permitió cosechar casi 300 mil votos, ser la tercera fuerza más votada de Santa Fe y meter a Granata junto a 6 diputados clericales.
Este esquema de gobierno es una muleta frente a la incapacidad de resolver el grave problema de fondo de la desocupación, que tiene en Rosario los índices más altos del país junto a Mar del Plata, según el último informe del INDEC. Viene a bloquear una respuesta de lucha de los desocupados por trabajo genuino mientras se inculca todo tipo de prejuicios oscurantistas y favorece la barbarie.
La misma que llevó a Amalia Granata a la Cámara de Diputados. Peronistas, radicales y socialistas son socios y cómplices de la reacción clerical.

Carla Deiana

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