miércoles, 31 de octubre de 2007

BRASIL: SOBRE LA REPRESIÓN AL MST EN PARANÁ



Valmir Mota. militante del MST
asesinado por paramilitares
Por Hamilton Octavio De Souza – Consulta Popular – El día 21 de octubre, un joven militante del MST Vía Campesina, Valmir Mota de Oliveira, conocido como “Keno”, de 34 años, casado y padre de tres hijos, fue brutalmente asesinado por agentes de seguridad de Syngenta, una empresa extranjera que utiliza el territorio brasilero para hacer cultivos ilegales de plantas transgénicas – con daños irreparables para el medio ambiente del Parque Nacional de Iguazú.


Ese día, militantes del MST Vía Campesina habían ocupado – pacíficamente – el área de Syngenta, en el municipio de Santa Teresa do Oeste, en Paraná, por segunda vez, como forma de protesta y denuncia a la empresa por práctica de agricultura ilegal y lesiva al País. Inclusive el gobierno de Estado ya había decretado la expropiación del área pero el Poder Judicial decidió mantener las actividades de Syngenta.
Horas después de la ocupación pacífica, los trabajadores fueron atacados por una milícia armada integrada por gente de seguridad particular contratados por la empresa extranjera. Durante el ataque, Valmir fue ejecutado a quemaropa, otros cinco trabajadores fueron heridos con balas y a la Sin Tierra Izabel Nascimento de Souza la alcanzaron tres tiros y está internada en estado grave.

En marzo de 2006, los Sin Tierra de Paraná ya habían ocupado la misma área para hacer la misma denuncia: los campos experimentales de maíz y soja transgénicos de Syngenta no respetaban la distancia legal de las reservas forestales y representan una amenaza concreta a la biodiversidad de la región. En verdad, quienes deberían haber ocupado a Syngenta hace mucho tiempo son las fuerzas estaduales y federales, el Poder Judicial, la policía y el Ejército – en nombre del pueblo brasilero.

Las tierras de Syngenta, así como los latifundios improductivos, las tierras devastadas por las madereras de Pará, las tierras criminales por el trabajo esclavo y las drogas, los latifundios extranjeros que amenazan la soberanía nacional – ya deberían haber sido entregados para los proyectos colectivos de la reforma agraria y para el asentamiento de millares de familias que viven acampadas.

Sucede que el Brasil está inmerso en un gran juego comandado por el capital internacional, por las elites nacionales entreguistas y por la casta política dirigente corrupta, que se somete a los intereses de los bancos, de las empresas y de las grandes corporaciones que dominan el mundo. Por eso mismo, por detrás de la violencia de los agentes de seguridad privados de Syngenta está la omisión y la complicidad de las autoridades brasileras, que ante las atrocidades practicadas contra el pueblo, se silencian y, todavía, la mayoría de las veces, utilizan el propio aparato policial del Estado para reprimir las manifestaciones populares y los movimientos sociales.

Todos los días en Brasil se asiste a centenas de acciones de violencia, del norte al sur del país, de las fronteras de la Amazonia a las pampas gauchas, pero las víctimas son siempre los trabajadores, los desocupados, los pobres, los que viven en las villas, los sin tierra y los sin techo que tratan de defender la propia supervivencia ante un sistema que genera injusticia, desigualdad, miseria, exclusión y opresión.

Por detrás de esa violencia – practicada por las fuerzas policiales del Estado o por las milicias privadas contratadas por latifundistas y empresas – existe la ganancia de los ricos, los privilegios de las elites y el saqueo del capital extranjero sobre los recursos naturales y de mano de obra en Brasil. Luchar contra la violencia que asesinó a Valmir Mota de Oliveira es luchar contra todo esquema que da sustento a tales acciones, que no asume la lucha del pueblo y todavía permite la impunidad. Que la militancia y el sacrificio de Valmir no sean en vano.


Hamilton Octavio de Souza es periodista y profesor del PUC-SP

No hay comentarios:

Publicar un comentario