jueves, 24 de marzo de 2022

Javier Milei propone el mismo plan Menem – Cavallo que nos llevó a la quiebra


Milei propone la dolarización de la economía 

Una reedición de las recetas ajustadoras que llevaron a la Argentina a la quiebra. 

 En medio de la escalada inflacionaria de las últimas semanas y el inicio de una “guerra” por parte del Gobierno para combatirla, el diputado libertario Javier Milei aseguró que lo mejor para contrarrestar la suba de precios es dolarizar la economía. 
 Estas declaraciones reafirman que el referente de La Libertad Avanza, lejos de ser un enemigo de la “casta política”, remueve los elementos de las viejas recetas ajustadoras, y de remate de las riquezas del país, que llevaron a la Argentina a la quiebra y a los máximos niveles de pobreza y desocupación alguna vez alcanzados. 
 La llamada “dolarización” es un recurso de emergencia, dictado por la agudización de la crisis e impuesto por el capital financiero. Significa que un país adopta oficialmente la moneda de Estados Unidos como de curso legal en su territorio para todo tipo de funciones y transacciones económicas. Una dolarización en Argentina no sólo acarrearía una sustitución de moneda sino de sistema financiero. Ni el Estado ni los bancos tendrían la posibilidad de financiarse en el banco central norteamericano, deberían hacerlo por intermedio de los bancos internacionales, como ocurre en la actualidad, a las mismas tasas de interés que lo están haciendo ahora. En lugar de los planes del FMI, la cantidad y la calidad de los préstamos a la Argentina pasarían a ser supervisada directamente por el banco central norteamericano. Dolarizar la economía significa, por lo tanto, declarar formalmente la bancarrota y autorizar a los acreedores a rematar los bienes del quebrado. 
 Lo que propone Milei es una versión empeorada de dolarización de Cavallo, basada en la Ley de Convertibilidad (el famoso “uno a uno” que establecía la paridad entre el peso y el dólar), que implicaba restringir la emisión monetaria a las divisas que ingresaban a las reservas del Banco Central, para lo cual emprendió un plan de equilibrio fiscal con un brutal ajuste en salud y educación y el despido de miles de empleados públicos. Pese a ello, y a los dólares que ingresaron por las privatizaciones, para el final del mandato de Menem en 1999 la deuda externa había aumentado más de un 250%, alcanzando 164 mil millones de dólares. 
 También en Ecuador, el gobierno de Jamil Mahuad dolarizó la economía en el 2000, en el marco de una aguda crisis económica (el país venía de un feriado bancario y un congelamiento de los depósitos). Hubo una caída de la inflación, pero se acentuó la desindustrialización del país, haciéndolo aún más dependiente de los precios del petróleo. Y, cuando estos cayeron, el Estado debió recurrir al endeudamiento externo para hacerse de divisas, incrementando en forma notoria el alcance de la deuda como porcentaje del PBI. En este marco, el gobierno de Lenín Moreno, antes de finalizar su mandato, anudó un acuerdo con el FMI por 6.500 millones de dólares, condicionado a todo tipo de medidas de ajuste. Todos estos caminos conducen a Roma. 
 Si Argentina se apegara al dólar, la baja productividad interna quedaría todavía más expuesta y con pocas probabilidades de mejorar. La necesidad de obtener dólares por la cuenta corriente conduciría, nuevamente, a un ajuste por cantidades, es decir, caída de la actividad y mayor desempleo. Sin ir más lejos, mientras Milei sostiene que con la dolarización “los salarios van a volar”, lo mismo que prometía la experiencia de la convertibilidad de Cavallo que terminó con niveles de desocupación del 12% y un avance como nunca antes la flexibilización de los derechos laborales y el crecimiento del trabajo precario. 
 Estas declaraciones, dan cuenta que las listas supuestamente libertarias están plagadas de todo tipo de viejos funcionarios reciclados: macristas, menemistas y hasta defensores de la última dictadura militar. El único frente político que puede ser considerado “rebelde” es aquel que enfrenta el fascismo y sus derivaciones de manera consecuente, defendiendo la salud y la educación pública, los derechos laborales y la vida de los trabajadores, y desenmascarando a este tipo de candidatos, como lo hace el Frente de Izquierda. 

 Camila García

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