miércoles, 20 de diciembre de 2017

Diez claves de la reforma tributaria



El poder ejecutivo pactó con los gobernadores la expropiación de los ingresos de los jubilados vinculada a un nuevo sistema tributario que rebaja los impuestos a los grupos capitalistas.

1) El proyecto de reforma tributaria disminuye del 35 al 25% el impuesto a las ganancias de las empresas que se comprometan a reinvertir beneficios. Según el cálculo de los economistas, el fisco perdería con esto ingresos por un valor equivalente al 1% del PBI: más de 100 mil millones de pesos. Nótese que es una cifra similar a la que el gobierno les robará a los jubilados el próximo año, de acuerdo a lo que se ha votado en la sesión del lunes por la noche.
¿Y respecto al impuesto a los salarios (mal llamado “ganancias”) de los trabajadores? La reforma solamente propone incrementar la deducción especial a los trabajadores autónomos, lo que es una medida de reducción temporal (subir el mínimo no imponible) que rápidamente será alcanzado por la inflación y la subsiguiente suba de salarios. Pero no modifica la reducción de la tasa del impuesto como en el caso de ganancias empresarias: se mantiene el impuesto al salario. Una claro “desequilibrio” pro-capitalista y antiobrero.

2) Se reducen las contribuciones patronales al sistema previsional. Se crea un Mínimo No Imponible para los aportes patronales: los empresarios no pagarán contribuciones a las cajas previsionales por salarios de hasta $ 12.000. La diferencia será cubierta por el Estado –un nuevo desfalco al Anses. Esto se articula con la ley votada esta madrugada, que disminuye las jubilaciones y aumenta la edad para el retiro jubilatorio a los 70 años, ya que dispensa de pagar a los patrones de aportes jubilatorios durante esos 5 años de más que trabajará el obrero. Estamos ante una verdadera “cruzada” contra los aportes patronales: el sueño del macrismo y de la burguesía en general es borrar del mapa el salario diferido que significa el aporte patronal a las jubilaciones, por completo y para siempre.

3) Los capitalistas también podrán descontar el impuesto al cheque gradualmente hasta alcanzar el 100% como pago a cuenta del Impuesto a las Ganancias. Otra forma de reducción de impuestos a las patronales.

4) Como contrapartida, la reforma tributaria prevé un aumento de impuestos al consumo de los trabajadores. Así sucede, por ejemplo, con el IVA. Mientras se decide acelerar la devolución del IVA a inversiones capitalistas, se gravará la “economía digital” que venga del extranjero; en otras palabras, la clase media y el trabajador tendrán que pagar el 21% más para poder ver una serie por Netflix. Como ya han privatizado la transmisión de futbol por TV, tenemos que concluir que este gobierno no te da ni pan ni circo.

5) Sí se reducen, en cambio, impuestos internos a vehículos automotores, embarcaciones y aeronaves de alta gama importados. Según publicaciones especializadas, para citar un caso, el AUDI A4 2.0 TFSi S-Tronic, con 190 cv, pasará de 55.000 dólares a 51.150 dólares, según lo anunciado por AUDI Argentina. (¿Ven que no todo sube?)

6) Uno de los aspectos más pérfidos de este proyecto es la pretensión de presentarlo como “vanguardia de la lucha por la salud pública”. Pero no aumentando el presupuesto nacional para el sistema hospitalario estatal, sino aumentando los impuestos al consumo de sustancias que el gobierno advierte como perjudiciales para la salud. Se aumentarán, de este modo, los impuestos que paga el consumidor de cigarrillos y bebidas alcohólicas –el gobierno amenazó con aumentar los gravámenes sobre las bebidas gaseosas azucaradas, pero finalmente pactó con Manzur y los pulpos azucareros y quedó sin efecto.
El pobre ni siquiera puede acceder a sus vicios. Es sabido, por otra parte, que cuando aumenta el precio del consumo de tabaco, el pobre va en busca de segundas marcas, cigarritos de peor calidad y peor performance también para la salud. Pero esta vez, el gobierno se comprometió ante las tabacaleras que el aumento impositivo también tocará a estas segundas líneas. Lo mismo para bebidas alcohólicas. Por su parte, el ex director del Anses durante el gobierno K, Diego Bossio, devenido portavoz del PJ aliado al gobierno, ha planteado que los impuestos al consumo de la cerveza debieran aumentar en mayor proporción aun. La juventud argentina sin duda ‘saludará’ esta encomiable preocupación fiscal del PJ y el macrismo contra el consumo popular. Los ricos no tienen mayor problema en pagar unos pesos más por sus cigarros y whiskies, pero el gobierno pretende autoproclamarse en protectores de la salud y guardianes de la moral sobre los trabajadores.

7) La reaccionaria reforma tributaria también modifica los impuestos al consumo de combustibles. Si bien promete que no va a cambiar el precio final al consumidor, el proyecto prevé una redistribución de los rubros que lo componen. Esto en defensa de… la ecología.

Ocurre que se pasarán a gravar las emisiones el kilo de anhídrido carbónico (CO2). Mañana nos van a querer cobrar el aire que respiramos. El quid de la cuestión es que, frente a la caída de precios del petróleo a nivel mundial, ya no se gravará el combustible sino sus efectos contaminantes. ¡Sin duda, el ministro Aranguren es un CEO eficiente! Esto es de un cinismo sin parangón, toda vez que el gobierno firmó el acuerdo secreto YPF-Chevron por Vaca Muerta, por el cual el Estado se haría cargo de los daños ambientales que ocasione su eventual producción, liberando de responsabilidades al monopolio petrolero. Si estuviera interesado en eliminar el CO2 y su efecto de calentamiento terrestre, el gobierno debiera adoptar medidas obligando a empresas de transporte a reemplazar su parque automotor por vehículos no contaminantes.

9) Respecto del gravamen a la renta financiera, es un edulcorante. Se aplicaría sobre personas físicas –las empresas ya lo pagan– a la vez que se barajan numerosas excepciones (por ejemplo, la deuda emitida bajo ley americana u otros países extranjeros quedaría liberada del gravamen, etc).

10) Conclusiones: el gobierno acentúa el jubileo para los bancos y patronales y vuelca cada vez más la presión impositiva sobre el consumo de las masas trabajadoras. Llamamos a rechazar esta reforma tributaria reaccionaria. Luchamos por abolir los impuestos al salario y al consumo. Por impuestos extraordinarios y progresivos al capital y a las rentas extraordinarias de la minería y la explotación agropecuaria. No a los impuestazos sobre las viviendas de los trabajadores. Por un impuesto inmobiliario rural actualizado a los precios de mercado de la tierra. Un gobierno de los trabajadores transformará esto de raíz. Desarrollará un verdadero plan tributario al servicio del desarrollo nacional y no de las ganancias de empresarios. El déficit público se verá agravado, mientras el gobierno continúa utilizando el ahorro nacional para pagar la deuda pública a los usureros financieros. La evasión impositiva (los empresarios han reconocido que tienen 400 mil millones de dólares fugados en el exterior) no se debe a los altos impuestos, sino a la impunidad con la que cuentan.

Rafael Santos

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