jueves, 29 de enero de 2015

Blindar a la economía de la conmoción política, la consigna oficial



La muerte del fiscal Alberto Nisman sacudió el panorama político. Contener los impactos sobre una economía en estado precario es la clave del gabinete económico. Para eso, apuestan a asegurarse dólares y frenar cualquier atisbo de corrida.

Cualquier ilusión sobre la posibilidad de que este 2015 pudiera transitarse con tranquilidad política, se estrelló estrepitosamente hace ocho días, con la muerte del fiscal Alberto Nisman sobre la cuál cada día las sospechas se vuelven más espesas.
Podemos esperar que esto llevará al gobierno a reforzar los esfuerzos para que las turbulencias económicas no metan la cola. La confluencia de la tensión a flor de piel con un extendido descontento por el deterioro económico está entre las peores pesadillas para el tránsito del último año de Cristina en el poder.

Cuidar los dólares

Como sostuvimos en esta columna, este año en el plano económico estará signado por lo que ocurra con el dólar y con los precios. Que la situación va a transitarse con lo justo lo muestran los últimos resultados del comercio exterior. El mes de diciembre el saldo comercial (la diferencia entre las ventas al exterior y las compras a otros países), aunque positivo, cayó un 31% respecto de igual mes del año anterior. En todo el año, el superávit cayó 16,4% y fue el más bajo desde 2001, sumando 6.686 millones de dólares. Este año, si el mundo no trae mayores malas noticias (como podría serlo una nueva caída en los precios de los granos que el país exporta), las previsiones esperan una ligera recuperación respecto de los malos resultados de este año. La consultora Finsoport, dirigida por el economista Jorge Todesca, estima que el saldo comercial será superavitario en u$s 8.900 millones durante este año. Esta mejoría no sería tanto resultado de una recuperación de las exportaciones como de la reducción en el valor de las importaciones, gracias a la caída de los precios del petróleo. De esta forma, ante compromisos externos que el gobierno se propone cumplir por más de 12.700 millones de dólares, la brecha que el saldo comercial no permitirá cubrir son 3.800 millones de de dólares. Pero también hay pronósticos menos optimistas. Focus Economics, en base a encuestas realizadas entre empresas y especialistas proyecta un superávit esperado de 5.200 millones de dólares. Orlando J. Ferreres y asociados calcula 8.200 millones de dólares, UBS espera que llegará a 8 mil millones.
Los billetes verdes que el gobierno no consiga mediante el comercio deberá buscarlos por otras vías: o préstamos o uso de las reservas de dólares del Banco Central. Se trata, sin embargo, casi de una buena noticia para el equipo económico oficial, considerando un 2014 que empezó con corrida cambiaria y fuerte devaluación, y transitó el segundo semestre con crisis abierta por la decisión de la Corte Suprema de EE.UU. de no revisar el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa a favor de los bonistas holdouts (que rechazaron las renegociaciones de la deuda pública encaradas por el gobierno en 2005 y 2010) y el nuevo default de parte de la deuda que se produjo en septiembre.
Aparte de tener que buscar no menos de 4 mil millones de dólares adicionales, el gobierno deberá mantener el esfuerzo para seguir evitando que se escapen los dólares, y contener cualquier asomo de presión sobre el tipo de cambio. Esto último estuvo detrás de la suspensión “preventiva” para operar al Banco Macro S.A. y a Macro Securities S.A. para operar en Bolsa que le aplicó la Comisión Nacional de Valores (CNV). El motivo esgrimido por el organismo de control fue que “se constató que Macro Securities S.A. no realizaba auditorías en materia de prevención del lavado de dinero y financiamiento del terrorismo, como establece la ley”. Sin embargo, fue la abultada compra de títulos públicos por parte de la entidad que preside Jorge Brito lo que generó suspicacias y disparó la movida. El objetivo de mantener la calma en el mercado cambiario al mismo tiempo que no se realizan un nuevo ajuste en el tipo de cambio, asegura que veremos más de estos ardides a lo largo del año. Y también, que las trabas a la compra de insumos extranjeros que impactaron en el freno a la economía que hasta el Indec
admite (aunque minimice la caída respecto de estimaciones privadas) permanecerán a lo largo del año. Queriendo borrar con una mano lo que escribe con la otra, el gobierno buscará imprimir ritmo a la economía aumentando las transferencias de fondos públicos y planes de crédito.

Inflación descuidada

Mientras tanto, aunque el año empieza con una desaceleración en el terreno inflacionario, no hay pronóstico de que el año vaya a finalizar con un alza de precios inferior a la de 2014. Diversas proyecciones estiman que la segunda mitad del año registrará una aceleración inflacionaria, para terminar el año con una suba de precios alrededor de 38%. Esto dicen Economía & Regiones y ACM.
Con este panorama, lo mejor que pueden esperar los trabajadores, es que 2015 no sea otro año de fuerte pérdida en sus ingresos como fue 2014. Pero el aún incierto resultado de la competencia entre precios y paritarias, la probable inmovilidad del Mínimo no imponible de Ganancias, y una tasa de desempleo que oscilará entre el estancamiento y el aumento (golpeando más fuerte en los sectores sometidos a la informalidad) no permiten asegurarlo.

Disyuntivas

Cualquiera sea el signo de la sucesión política que se defina en las presidenciales de este año, asistimos al fin de un ciclo en el ordenamiento de la economía. La idea de que el Estado podría actuar como contención de las contradicciones económicas, y de que los dólares de la soja bastarían para “desendeudarse” y dejar en el pasado la dependencia, terminaron en un estrepitoso choque con la realidad que lo desmiente.
Ante esto, los principales candidatos a la sucesión parten de un consenso básico: deuda y más entrega petrolera serán las bases para relanzar la economía, yendo más rápido en un camino en parte iniciado por el kirchnerismo. Es decir, “alivio” inmediato reforzando las condiciones de dependencia y sus costos futuros. Sabemos cómo termina eso. Por eso, es necesario pelear por reforzar una alternativa de otra clase; una respuesta a la crisis impuesta por los trabajadores para que la paguen los capitalistas.

Esteban Mercatante
@estebanm1870

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