miércoles, 12 de junio de 2013

"33 semanas junto al pueblo"



Con este encabezado, en el número 33 del periódico de la CGT de los Argentinos que dirigía Rodolfo Walsh se anunciaba, ese 12 de diciembre de 1968, que el semanario había puesto en circulación un millón de ejemplares.
El la editorial se consignaba "…a lo largo de casi ocho meses, la opinión de los trabajadores y la crónica de sus luchas llegaron, siquiera modestamente, a casi todo el pueblo…" Seguía diciendo…"En un régimen como el nuestro los medios masivos de comunicación forman parte inseparable de la estructura capitalista. Bajo formas de libertad que ya no engañan ni a los chicos de la primaria, constituyen un circuito donde impera la censura…"
Terminaba consignando "… Se puede intervenir un gremio; no se puede intervenir la voluntad de millones de trabajadores. Se puede clausurar un edificio, no se puede clausurar la protesta de todo un pueblo. Se puede cerrar un periódico, no se puede evitar que reaparezca con otros nombres y bajo otra apariencias, ni que sea reconocido como el vocero auténtico de la resistencia contra la oligarquía, los monopolios y el imperialismo…"
"Mientras esto no suceda, el semanario CGTA seguirá llamando a la lucha… pidiendo un distribuidor en cada militante…"
Acorde con esta convocatoria en nuestro "pequeño lugar en el mundo", la ciudad de Paraná, habíamos generado una red de distribuidores en toda la Provincia.
Hacíamos circular, asimismo, la revista "Cristianismo y Revolución" dirigida por Juan Carlos García Elorrio.
En la misma se planteaba una resignificación constante del cristianismo fundado en la concepción filosófica de Telhard de Chardin y en las conclusiones de la Conferencia de Medellín; llevada a cabo en ese año 1968.
Se cuestionaba el "catolicismo" de Onganía y la adhesión, a la Dictadura, de la jerarquía de la Iglesia.
Por otro lado en esta publicación tenían cabida, sin ningún sectarismo, todas las expresiones del movimiento popular y revolucionario.
Conocí a Juan Carlos en la casa de Alicia y John.
En ese verano del 68 constituyó, con Luis Cerrutti Costa, Lisandro Viale, Feliz Granovsky y Nito Boccoli, entre otros, el Movimiento de Acción Revolucionaria, al que adherimos entusiastamente ya que en el mismo confluían peronistas revolucionarios, cristianos tercermundistas y marxistas guevaristas.
En ese movido fin de año recibimos dos visitas muy importantes que nos adelantaron los temas que se debatirían en el Congreso del Peronismo Revolucionario, a llevarse a cabo en Córdoba -en Pajas Blancas- en enero del próximo año.
Por una parte Alicia Eguren, que se estaba reponiendo, lentamente, de la tristeza que le causara la muerte de su compañero de vida: John William Cooke.
Se alojo en nuestra casa y pasamos largas horas conversando y recordando al "Bebe", anécdotas de su relación con el Che y con Perón, de la fuga del penal en el sur del país, de la relación de confrontación con el "peronismo burgués" y de su visión del momento actual del Movimiento.
Coincidíamos que, en este momento en que se estaba produciendo un flujo revolucionario en el país su ausencia se sentía, ya que era imprescindible una mirada como la de él con el "optimismo en la voluntad y el pesimismo en la inteligencia"; para no cometer errores serios.
El escenario internacional era cada vez más favorable. Se extendía la guerra contra los ocupantes norteamericanos en la Península de Indochina -Vietnam, Laos y Cambodia- y el Vietcong asestaba duros golpes a los invasores.
Se consolidaba la Revolución en China. Se expandía, en toda Europa el clamor que se había iniciado en el Mayo Francés. Los movimientos de Liberación en África -Frelimo en Mozambique y el MPLA en Angola- consolidaban zonas liberadas.
A su vez en el corazón del Imperio se desarrollaban movimientos que cuestionaban la participación de Estados Unidos en Vietnam.
En ese contexto Alicia nos contó que había recibido un llamado de Salvador Allende para que se sumara a la campaña electoral en el hermano país donde este era nuevamente candidato a presidente de un amplio frente que reunía a fuerzas de izquierda laicas y cristianas; que reivindicaban el camino "chileno al socialismo".
Era un viejo amigo de Alicia y John que, ratificando su apoyo a la Revolución Cubana y su admiración por el Che, había logrado que salieran de Chile, rumbo a Cuba, los sobrevivientes de la guerrilla de nuestro compatriota.
Lo conocí en una cena que se realizara en Córdoba en 1965; cuando llegara a esa ciudad invitado por le Federación Universitaria de Córdoba, que lideraba Abraham Kozak.
Me sorprendió su absoluto convencimiento de que era posible construir una sociedad socialista por la vía electoral, lo que me generaba serias dudas dada la experiencia en Guatemala de Jacobo Arbenz derrocado, mediante un golpe financiado por la Agencia Central de Inteligencia, en 1954.
Reivindicaba la efímera, pero valiosa experiencia de la "Republica Socialista de los Doce Días" nacida del golpe militar revolucionario del 4 de junio de 1932 encabezado por el coronel de la Fuerza Aérea Marmaduke Grober Vallejos y, sostenía, que en las Fuerzas Armadas de su país, la mayoría de los oficiales no adherían a la Doctrina de la Seguridad Nacional planteada por Washington, frente al triunfo de la Revolución Cubana.
De cualquier forma, y pese a su argumentación, salí del encuentro admirando su solidez pero manteniendo mis reservas.
La "flaca" -denominación cariñosa con la que nos referíamos a nuestra amiga y compañera-, agradeció la invitación de Salvador pero, nos planteo, que consideraba que había que seguir poniendo el hombro a esa gran experiencia que era la CGTA y, al mismo tiempo bregar por la unidad de los revolucionarios, que estaba siendo puesta en cuestión por algunos de los organizadores del Congreso de enero del año próximo.
La otra visita impactante fue la de José Savino Navarro -el "negro"-, nacido en Corrientes había participado del Plenario del peronismo revolucionario realizado en Agosto de ese año y nos adelanto que estaba impulsando la formación de una organización que recuperara el llamado del Che, en el interior del Movimiento, para lo cuál necesitaba un lugar donde pudieran recibir entrenamiento sus compañeros.
Me impresionó su sencillez y claridad y le manifestamos que estábamos dispuestos a colaborar con él, como lo hacíamos con todos los luchadores.
Nos advirtió que con el pretexto de criticar al "foquismo" y de ratificar que la conducción estratégica la tenía el General, algunos compañeros proponían restarle protagonismo a la izquierda no peronista en la conducción de la Central -léase Agustín Tosco y el ferroviario Antonio Scipione-.
Este encuentro nos ratificó que el año se cerraba con la profundización de las luchas y la persistencia de debates que estarían presentes, en los próximos años, en el movimiento popular y revolucionario.
Por otro lado en nuestra actividad profesional tuvimos una gran alegría.
El Juez Cattaneo que tenía a su cargo, como ya lo hemos recordado en notas anteriores, el caso Trevisán nos citó a su despacho para manifestarnos que ordenaría una nueva autopsia del cadáver del niño Caballero para determinar la hora exacta del crimen.
El testimonio del cantautor Ramón "Palito" Ortega y de la persona que había bailado toda la noche con nuestro defendido demostraban, que la "supuesta confesión", extraída a este mediante torturas, carecía de asidero.
El Juez empezaba a dudar de la investigación policial y nosotros, Mario Arnau, el que escribe esta nota y los amigos que conformaban el equipo de la defensa, estábamos logrando que se impusiera la verdad y no se condenara a un inocente.
Como siguió esta causa ¿Cuales fueron los ejes de los debates en el Congreso de enero? ¿Como comenzó a generarse la protesta primero en las universidades y luego en las fábricas? Serán algunos de los temas que abordaremos en nuestra próxima nota.

Manuel Justo Gaggero, abogado. Ex director del Diario "El Mundo " y de las revistas "Nuevo Hombre" y "Diciembre 20".

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