El acuerdo entre la Libertad Avanza y el PRO dejó a la mitad de los intendentes macristas en desacato, en ciudades de la importancia de Junín y 9 de Julio. Otros jefes de distrito, como la intendenta de Vicente López, se mantuvo en la Alianza a sabiendas de que no hará nada en su distrito por la boleta de senadores provinciales que encabeza el exmacrista Valenzuela. Con todo, la mayor crisis de esta lista es la que cruzó al propio oficialismo: la facción de Karina Milei y los Menem dejó sin cargos a la camarilla de Santiago Caputo. Esta fractura está causada por una divergencia estratégica sobre el futuro del régimen “libertario”. Ocurre que Karina Milei defiende la formación de un partido nacional, y apuesta a disputarle a los gobernadores los diputados y senadores que serán electos en octubre. En cambio, Caputo se inclina por los acuerdos distritales con los gobernadores, porque teme que los votos que puedan cosechar las listas “puras” de Milei no alcancen para darle al Gobierno el aval a las reformas reaccionarias que se traman para después de las elecciones -laboral, previsional, impositiva-. La crisis con los gobernadores, expresada en la última votación del Senado, ha reducido la posibilidad de esos acuerdos electorales a muy pocas provincias -Mendoza, Chaco, probablemente Entre Ríos-. Según Morales Solá, Macri ha comenzado a trabajar en una “alternativa política”, pero sin Milei. En cuanto a los candidatos, el clan Karina-Milei le entregó la cabeza de la estratégica 3ª sección a un comisario de la bonaerense. Apuestan a una campaña de carácter fascista, en medio de un agravamiento extraordinario de la miseria social que tiene a esa “sección” como su epicentro.
Peronismo
El peronismo sólo evitó una ruptura cuando Cristina Kirchner aceptó que la 1ª y la 3ª secciones electorales fueran encabezadas por dos alfiles de Kicillof, Katopodis y Magario. Algunas horas antes, el gobernador había dado la orden de avanzar en la presentación de listas propias para el caso en que La Cámpora insistiera en defender a la intendenta de Quilmes o a algún otro partidario de Cristina para la 3ª sección. Con ello, Kicillof puso de manifiesto que la “unidad” se encontraba condicionada a un objetivo superior: retener el protagonismo de la lista para sí y para los intendentes, para quienes Cristina ha pasado a ser un trasto molesto. Con su amenaza de ruptura, Kicillof dejó claro que una eventual derrota ante Milei, generada por la división, constituía un mal menor frente a la alternativa de seguir admitiendo un liderazgo de Cristina. La madrugada del domingo, por lo tanto, parió a una precaria unidad peronista y ha sancionado un repliegue político del camporismo. Las “nuevas partituras” de Kicillof auguran otro rumbo -un frente transversal con los ajustadores provinciales, como Pullaro o Llayora-. El panorama del peronismo se completa con la decisión de los intendentes del sector de Kicillof de encabezar testimonialmente sus listas municipales. Quieren blindarse frente a la derrota electoral que, al menos hasta ahora, adelantan las encuestas para las secciones electorales. El escenario de la campaña que se viene será de boicots “cruzados” entre La Cámpora, de un lado, y Kicillof y los intendentes del otro.
Crisis en puerta
El cierre de listas ha dejado en evidencia una crisis política que se proyecta para la elección de octubre y después. Milei ha repetido en diferentes círculos patronales que la elección de octubre será “crucial” para alcanzar el aval político y parlamentario necesario para una arremetida definitiva contra el derecho al trabajo, las jubilaciones, la salud o el régimen de impuestos. Este horizonte, sin embargo, se encuentra ahora condicionado. Por una parte, los liberticidas consideran que un 35 % de votos -como estiman las encuestas a nivel nacional- los dejaría lejos de un bloque parlamentario con capacidad para bloquear rechazos a un régimen que gobierna por medio de decretos. Esta incertidumbre divide a los que se juegan por el “partido propio”, de un lado, de los que quieren tender puentes con los gobernadores, del otro. Pero con relativa independencia de las encuestas, está la cuestión de fondo, que es el agotamiento del régimen económico. Hay un conato de fuga de los fondos especulativos y, por ende, una corrida cambiaria, lo que aumenta la probabilidad de default. El régimen de la motosierra ha profundizado la caída del salario (5,5 % en los primeros cinco meses del año, a pesar de la cacareada disminución de la inflación); lo mismo con el empleo y la ocupación industrial. La elevación de los intereses resuelta para frenar la corrida contra el peso agravará ese escenario recesivo. Los mileistas advierten que los gobernadores trabajan por un planteamiento económico y político alternativo. Las elecciones bonaerenses y, enseguida, las nacionales tienen un final incierto.
Marcelo Ramal
21/07/2025
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